domingo, octubre 22, 2006

domingo, octubre 08, 2006

Faros (so far)


Hace unos días pasaron dos cosas casi simultáneas que trajeron a mi cabeza de una manera muy fuerte la imagen del faro y de recuerdos lejanos ligados a faros. Que, el hecho de que esté escribiendo da fe de ello, se encuentran ligados a vivencias cercanas.
Por un lado la publicación del nuevo disco de JD, cuyo título -12 segundos de oscuridad- hace alusión al ciclo de luz/ oscuridad del faro de Cabo Polonio. E inevitablemente recordé muchas cosas de mi viaje.
Por otro lado, la muerte de Eduardo Mignogna, que trajo a mi cabeza recuerdos de su película El faro. Es impresionante lo que lloré con ese film. Tal vez porque por los azares (y sobre todo por las causas, en las que creo) del destino me sentí muy representada por esa historia: la relación fraternal, la orfandad de las protagonistas, la débil presencia de una familia que no existe, la soledad, la sensación de una vida que se escapa y se escapa frente a nuestra propia vista.
Cuando el personaje de ingrid rubio le dice en su carta póstuma a la entonces casi ignota florencia bertotti que ella había sido su faro, creo que muy pocas personas deben haber sentido el sentido de esas palabras como lo sentí yo. No hay manera de que me acuerde de esa escena sin que se me llenen los ojos de lágrimas.

Cuando fui a Cabo Polonio no tenía este blog para escribir, si no naturalmente habría registrado las crónicas del cabo. Pero ni siquiera tengo un registro escrito; todo está en la memoria del alma.
Y dentro de ella hay cosas que recuerdo con mucha vivacidad. Por ejemplo mi llegada a ese paisaje agreste -y por momentos desolado- en pleno amanecer, haciendo la conexión micro-4x4 a pura intuición porque nadie te indica bien dónde bajarte y para andar por esos parajes sola hay que tener una cierta dosis de valentía, o ser muy temeraria.
Es por eso que estoy segura que no es que alguien elige irse de vacaciones al cabo, sino que es el cabo quien elige a sus visitantes. Debe darse una sintonía muy especial de energías para que alguien se sienta llamado por el lugar. No cualquiera se lo banca y lo puedo decir con conocimiento de causa.
No es fácil bancarse la soledad (aunque concedo que yo debía ser casi la única persona que estaba sola en mi casita, la mayoría estaba en grupo de amigos o familiar) para quien no está acostumbrado, no es fácil -para el ser urbano hiper-activo e hiper-estimulado- bancarse que la única actividad recreativa que ofrece el lugar sea ir a la playa, no es fácil bancarse la avalancha nocturna de mosquitos que se ríen de las pobres espirales que intentan frenar a sus huestes, no es fácil vivir sin agua corriente (este punto es sin duda el que más me costó, aunque entiendo que actualmente en la mayoría de las casas se han desarrollado sistemas alternativos a la cachimba, es decir el aljibe, para decirlo a la manera billiken), no es fácil vivir sin gas (especialmente en las noches frías) y no es fácil vivir sin energía eléctrica, aunque esto último no tenía mayor trascendencia para mí.
Podría agregar la ausencia de teléfonos cercanos (ni qué hablar de internet), pero en el pueblo hay un par y supongo que la tech de los celulares ya debe permitir hablar desde ahí. No lo sé.
Si me apuran, para una mujer sola, tampoco es fácil vivir en una casa sin medidas de seguridad decentes (no sé hoy en día, pero en ese momento creo que ninguna casa las tenía), pero no puedo decir que haya tenido miedo; si no, no hubiera ido. Pero hubo algo de inconciencia de mi parte también, ligada al deseo de salir de la zona de comodidad que empuja a la gente común a elegir vacaciones más convencionales.
Es obvio que yo formo parte de aquel grupo que volvería a ir.
En ese caso también existía la emoción de un encuentro esperado, que es una experiencia irrepetible.
Pero retomando las actividades de la vida cotidiana, al entrar en la rutina del cabo uno entiende que la llegada y la estadía allí son el punto de partida a un viaje hacia la introspección.
Recuerdo levantarme (sin despertador, naturalmente) e ir a sacar agua de la cachimba al mejor estilo laura ingalls, preparme mi modesto desayuno con el módico gas de una garrafa, ir a la playa (casi siempre nublada) con una colet siempre tibia que extrañaba la presencia de una heladera, poner al sol -que cada tanto hacía honores a los visitantes- mis piernas insoladas (cometí el error de no usar bronceador el día de mi llegada y hasta el día de hoy tengo las huellas de esa experiencia), las caminatas diarias, el encerrarme en mi ranchito cuando caía el sol y la noche todo lo cubría, el prepararme mi sopita quick para cenar.
Y por sobre todo mi gran programa nocturno que era pararme en la puerta de mi casita en plena noche cerrada y quedarme mirando las vueltas -rápidas- de la luz del faro, que por supuesto me iluminaba a mí y a la casita cada algunos segundos.
Ver girar el haz de luz intenso en contraste con la oscuridad plena era todo un espectáculo. No hacía falta mucho más.
Eventualmente subí al faro y más que la vista recuerdo el vértigo de estar en un balconcito mínimo, con una baranda de juguete y a una altura considerable con respecto al nivel del mar.

Pero el alma del faro se aprecia desde tierra, o desde el mar si es que uno está navegando.
Al hablar sobre el alma de su disco, Jorge Drexler dice que lo que realmente guía del ciclo de luz de un faro son los segundos de oscuridad.
Así es cuando a esos segundos de oscuridad les sucede un segundo de luz que permite apreciar el contraste.
Lo que sucede a veces es que la lamparita del faro parece haberse apagado.

martes, octubre 03, 2006

Picnic fashion

(going to Puerto Madero again)

Hace unos días decidí que iba a tener una primavera suntuaria y, haciéndole caso a las teorías del gasto improductivo de Bataille, conseguí una entrada para el recital de kevin johansen en el faena.
El building, como se sabe, es muy pintoresco y ecléctico; se suceden salones de los más diversos estilos a lo largo de un pasillo con techos muy altos que hacen del lugar un escenario casi cinematográfico. Las recepcionistas muy amables y además de ellas mucha, mucha gente transitando por el lugar, de todas las edades. Entre ellos Alan Faena, de blanco como siempre y que me relojeó cuando pasé al lado de él. Debió ser por mi sombrero. De la cintura para arriba me quise poner a tono con el anfitrión del lugar, me puse un saquito blanco de cora groppo (totalmente vintage, tiene añares) y un sombrero en un tela con flores, nuevo pero que también parecía vintage. Muy primaveral. Estaba un poco llamativa pero en un marco donde había mucha gente llamativa, en especial mujeres que debían estar a la pesca de algún turista.

Estéticamente te puede gustar o no, pero reconozco que el lugar tiene buena energía y es muy fácil sentirse a gusto.

Ya en mi mesita del purple lounge la pasé tan bien que por contraste la mayoría de las noches de mi vida de los últimos tiempos me parecen insulsas y desabridas. Todas las noches deberían ser como la de este 21 de septiembre.
Yo estaba en la mesa 8, es decir en la segunda fila de mesas. Pero justo es decir que aun estando en la última fila estás cerca del artista en cuestión, las dimensiones del salón son reducidas, de manera que no aplica el concepto de lejanía. Además de los fans había gente que supongo que cayó ahí medio de casualidad, porque en un momento de la noche alguién pidió "la canción de Resistiré" y Kevin, muy atinadamente, le respondió que si no la pedían por el nombre no la iba a tocar. Corría mucho champagne por casi todas las mesas y el clima se prestaba para despertar ánimos festivos y se notaba. Mucho grito, a cada rato; también gente que en un momento se puso a bailar arriba de la mesa, y un trencito que se armó intempestivamente y empezó a dar vueltas por ahí mientras kevin preguntaba quién se casaba.
La buena onda de Kevin y los chicos de the nada, como siempre, impresionante. Todos vestidos de blanco para estar a tono con el lugar (cortesía de Nicolás Cúneo que andaba dando vueltas por ahí, qué alto que es!).
Los solos de todos los músicos fueron impresionantes. Los de armónica de Massolo (no puedo creer esos pulmones) y los de flauta traversa de Andrés Reboratti estuvieron excelentes, pero todos los músicos tienen un nivel superlativo, y se complementan tan bien entre sí que en cada vivo te cautivan como la primera vez. Es imposible cansarse de escucharlos.

Así que, en un clima muy muy de festejo, con un público muy efusivo y unos músicos con la mejor onda, la noche no podía menos que ser alegre. Lo malo de esas noches es lo que señalé antes: son tan lindas que yo sé que es muy difícil que se repitan. Y el contraste con la cotidianeidad, ay, es desolador.
Me encantó cuando cantaron puerto madero, una canción muy apropiada para (y que no podía dejar de cantar en) ese lugar y bailé en mi silla todas las canciones.
Además de eso, no hubo demasiada actividad recreativa para mí en los últimos días. El finde pasado me fui a ver fuerza áerea s.a., que me pareció muy didáctica y clara en su mensaje de que ciertas cosas necesitan una resolución urgente.

Nights and weeks

(publicado en septiembre de 2006 en mi blog de hotmail)
El viernes 25 de agosto tuve una noche bastante diferente a la noche que había tenido hace exactamente un año: me fui a la gallery night, como acostumbro a hacer el último viernes de cada mes nieve, truene o diluvie.
La amable presencia de María José es balsámica, es una persona que transmite mucha paz y soy una early consumer de sus recorridos que mes a mes van ganando más adeptos. Cuando ella toma lista y dice "Señorita Riccio" yo siempre digo presente.
En realidad a esta altura voy porque pude integrarme a un grupo, ya no me hace gracia ir sola. Voy sola a muchos lugares pero el arte, así como también la comida cuando es outdoors, está más orientada al compartir. Todos en el grupo van en compañía: matrimonios, parejas gays, grupetes de amigas y Majo con su marido. Así las cosas.
Me gustaría encontrar algún partenaire que me acompañe pero no es tan fácil encontrar a alguien que guste del arte y además guste de asistir a esta clase de eventos. En especial si se trata de hombres.
En este recorrido, mención de honor a Cristina Trovato, a quien no imaginaba tan linda, es realmente preciosa para su edad, muy agradable, y encima pinta bien!
Lo bueno de tener tanta gallery night encima es que ya sé a qué artistas quiero tener colgados el día que tenga un local a la calle (que no será "las carteras de Ariana", ya tengo en carpeta un nombre más original y que me encanta). Voy a hacer una ambientación de género con obras de la citada Cristina, Cora Davis y Zulema Maza. Y voy a pasar a lo figurativo con un cuadro de la serie de botes de Javier Duarte. La imagen del bote es abierta en muchos sentidos y me siento muy representada por esa parte de la obra de JD.
En honor al LF cerramos el recorrido con dos muestras fotográficas que me gustaron mucho, una en Palatina y otra en Vasari.
la de Palatina era de fotógrafos varios que habían retratado a artistas varios. la de Vasari tenía fotos de Saderman, Heinrich, Makarius y Grete S.
Noche del jueves 1º de septiembre: festejo con Laurita, Natalia y Sol. Se sigue agrandando la familia del colegio y en este caso me tocó ser tía a mí.
Y en el medio, el jueves, asistí al recital de Paulinho Moska y Kevin...dos personajes que se complementaban muy bien. Por razones varias (que no están relacionadas en absoluto con la calidad de la música, impecable) no disfruté tanto el recital. Pero bueno. Fue una noche ocupada más.

Music&Gallery Nights

(publicado en agosto de 2006 en mi blog de hotmail)

Debería comenzar por la gallery night de palermo viejo del 14 de junio, pero como los últimos meses han sido ajetreados no recuerdo mucho. Lo que sí puedo decir sin temor a equivocarme es que debe haber sido la primera vez en muchos años que fui a esa zona a hacer otra cosa que no fuera ver ropa (o comer).
El recorrido valió el esfuerzo de vencer el cansancio e ir por la amable presencia de María José, que es una guía completamente idónea para estos menesteres. Recorrimos algunas galerías muy interesantes y bastante diferentes en su estilo a las de Barrio Norte-Retiro, con mayor presencia de artistas jóvenes. Me gustó mucho una muestra de una galería de la calle Gurruchaga -cuyo nombre no recuerdo en este momento- donde se exponían fotografías y tuvimos el placer de escuchar a Santiago Correa con su nikon colgando, muy simpático. También tuvo su gracia la visita a la gallery de Teresa Anchorena, donde nos cruzamos a Telerman y a señoras bien de pashmina y pudimos escuchar los relatos del encantador artista Pino, una persona ideal para compartir una charla entre copas. Debo reconocer que al primer golpe de vista sus obras no me llamaron mucho la atención pero al conocerlo y escuchar la-historia-detrás-de-la-obra comenzaron a resultarme interesantes. A veces sucede así. De ahí nos fuimos a otra galería donde exponían arte digital y estaba un entusiasmado Polesello departiendo con sus fans.
A la siguiente GN no fui porque era el día después de mi cumple, hacía mucho frío, y encima Argentina había perdido contra Alemania.
De manera que volví al circuito en julio, en una noche completamente gélida, más que aquella de junio. Realmente había que tener amor al arte para concurrir y se notaba la merma en la cantidad de gente que suele asistir, aunque nuestro grupo era mucho más nutrido que otras veces. Tuvimos la posibilidad de escuchar a tantos artistas que el recorrido se extendió hasta las diez y media y las galerías ya estaban cerrando. Todo muy lindo, me gustó la expo de Cristina Trovato en el 1º piso del Alvear, donde excepcionalmente además de las copas circulaban unos sandwiches de miga de muy buen aspecto que ofrecían unas promotoras rubias de un estilo muy Cameron Díaz. Igualmente yo nunca como en este paseo, sólo puedo llegar a beber alguna copa, pero para tomar tomo en otro lado. De cualquier manera opino que arte y drinkies forman una buena combinación, me parece acertado tener a bodegas entre los auspiciantes.
Y el viernes pasado me fui al Kafka Concert del Malba, una experiencia rara como casi todas a las que tuve la oportunidad de asistir en ese lugar. Nada que ver con un concierto de violín tradicional, pero sin duda fue una experiencia interesante. La cantante declamaba de una manera muy histriónica los textos en alemán y la violinista parecía muy virtuosa. Además el marco que le daban las fotos byn de Cóppola -el concierto se hizo en esa sala- era muy apropiado para completar la sensación de estar viviendo una experiencia artística integral. Lo único fue que en un momento me bajó tanto la presión que prácticamente tuve que tirarme al piso porque me caía.
Tengo mucho más para escribir, lo haré en cuanto disponga de tiempo.

Sábado, la chorrillana de Pepita

(sólo para entendidos gourmet)
(publicado en mayo de 2006 en mi blog de hotmail)

El sábado 25 temprano nos fuimos a recorrer una feria-mercado popular de viña. Pescado, frutas a punto de pudrirse, frutas verdes, moscas, revistas viejas, tornillos oxidados, zapatos vintage, juguetes retro: todo eso mezclado y confundido a lo largo de una hilera formada por unas decenas de puestos más o menos precarios cuyo exponente más informal lo representaban unas lonitas tiradas sobre el pasto.
De ahí nos tomamos un colectivo a Reñaca, una playa semi-vip (vip sería, por ejemplo, zapallar, el caribe chileno) y lo primero que hicimos fue ir al s-mall (porque de tan chico no califica como mall) y luego fuimos a hacer una caminata reparadora por la playa, que ostentaba tremendos carteles de "Prohibido bañarse". Si bien había mucho sol, el clima invitaba a hacerle caso a esas imposiciones.
Después fuimos al super porque teníamos hambre (el kiosco no nos alcanza) pero justo en eso llamó el hermano de Natalia y volvimos a viña para ir a valparaíso.
Para viajar nos tomamos un subte cuya estación, a metros de la quinta vergara, era transparente y modernosa. Pero lo que realmente me llamó la atención de ese metro fue que después de haber hecho un trecho subterráneo emergió a la superficie y salimos a la luz. Una interesante combinación de viaje under y on-the-ground.
Y después de esa novedosa (para mí) experiencia, nos fuimos a almorzar, nomás, a un lugar perdido y escondido, muy estilo bodegón de san telmo antiguo, de esos muy rasca pero a los que va todo el mundo. El nombre no lo recuerdo pero es el típico lugar de valpa para clavarse una chorrillana.
Y qué es una chorrillana? (de hecho esa fue mi primera pregunta turística-gastronómica)
Es una patada al hígado, pero con gusto. Quien la ha probado lo sabrá, plato para compartir si los hay.
Se trata de un colchón de papas y cebollas fritas con huevos revueltos y tiritas de carne -también fritas- por encima. En este caso, entonces, una interesante combinación de aceite, carne, papa, huevo y cebolla. Y arte.
El título de la crónica alude a que si uno va caminando por las callecitas de alguna ciudad chilena (al menos las que yo recorrí) es usual encontrarse con puestitos al paso con nombres de ese estilo, que suenan bastante extraños para el que no está habituado a manejarse con esos términos.
Otro detalle simpático fue el paso del tranvía por las callecitas, no como curiosidad turística sino como medio de transporte habitual de los lugareños.
Pero para conocer una ciudad hay que hacerlo de a pie y después de la chorrillana hice en un par de horas ejercicio para todo el otoño que entonces recién estaba comenzando.
Porque, si bien me habían avisado que en Valparaíso iba a tener que caminar y bastante, mis previsiones se habían quedado muy cortas con respecto a lo que fue la realidad. Yo creía que estaba en estado y contaba con resistencia para esas cosas, pero la experiencia me demostró que no tanto como yo pensaba.
Por supuesto el tema no era la caminata, sino la pendiente, sumamente pronunciada y empinada. Pero valía la pena porque en esa suerte de universo construido hacia arriba que es la ciudad antigua (recientemente designada por la Unesco patrimonio de la humanidad) todo es pintoresco y todo merece una mirada atenta.
Y la vista desde las alturas es espléndida: los edificios, el puerto, los grandes barcos; toda una serie de elementos modernos enmarcando ese enclave colonial que a pesar del tiempo logra conservar su identidad.
Bajar bajamos en ascensor, como era de esperarse.
Después paseamos un rato por el centro y por el puerto, y la idea hubiera sido hacer un paseíto en lancha, pero el tiempo nos jugaba en contra y Nat y yo teníamos que volver a Santiago.
Ya de noche partimos y cuando llegamos a Bellas Artes dejamos las cosas y salimos a despedir la última noche.
Pero no disfruté esa salida por muchos motivos, obviamente muchos exceden lo que es propicio contar. Mi principal impresión de esa noche fue la sensación de que Santiago era una ciudad agresiva y especialmente agresiva con las mujeres solas, que como Natalia se deben adaptar a esa realidad. No digo que en Buenos Aires no ocurra lo mismo, pero por desgracia -y a medias, nunca completamente- uno lo va naturalizando y tal vez lo nota más en otro contexto urbano.
Fue una noche triste.
Y el domingo a la mañana la tristeza me seguía haciendo compañía y no parecía tener la más mínima intención de irse.

Viernes, Mar y mariscos

Crónica de hace dos meses y días
(publicado en mayo de 2006 en mi blog de hotmail)

Viernes 24 de marzo...a ver, tuve un breve recorrido turístico por Viña del Mar y me saqué una foto (que aún no tengo) en el reloj de flores. Después fuimos a caminar por la costanera, donde había unos edificios con jardines impresionantes y los típicos edificios-de-departamentos-en-terraza. A la hora del almuerzo nos fuimos al shopping (igual que todos) y después nos fuimos al super (creo que era el Líder) a comprar algo dulce para una merienda en la playa. Luego de estar recorriendo góndolas por una hora haciendo un inventario de budines, alfajores, galletitas, tartas y masitas (y por qué no de las empanadas de pino, nunca entenderé el por qué de ese nombre) me decidí por un pastel de tres leches esperando que fuera más auténtico que el de Xalapa (el restó palermitano). Para que el empalague fuera total me compré una gaseosa de ananá y una vez provistas partimos hacia la costa de viña. El día estaba precioso y nos sentamos en el pastito, entre las palmeras, con un caniche toy jugando por ahí. El pastel de tres leches resultó delicioso y me hizo ratificar la opinión -muy a mi pesar- de que el manjar chileno no tiene nada que envidiarle al dulce de leche.
A la tarde seguimos paseando por la costanera donde, creyendo que eramos turistas noruegas, una promotora misionera nos regaló unos paquetitos de yerba y nos comentó las bondades de ese yuyo raro. Pero antes de eso habíamos recalado en un puesto para que yo me hiciera la trencita viñera (que aún conservo) y me viniera con el souvenir incorporado. Ilusa de mí, pensé que iba a estar diez minutos en ese trámite; pero se ve que la artesana que me hizo la trenza no dominaba el macramé y estuve sentada más de media hora eteerna en una postura horrible, muerta de frío y a punto de perderme el atardecer. Yo venía de ver al sol salir en la pedrera y ahora, ya sobre el pacífico, tenía un atardecer al mejor estilo punta del este, es decir con el sol escondiéndose en el mar. Una divinura de la que agarré justito el final; al fin y al cabo lo más importante.
Esa noche fuimos al puerto de Viña a comer mariscos, mi plato preferido, el que estuve esperando toda la semana. Como entrada comimos (Magnolia y yo, porque ni Nati ni el hermano comen pescado y frutos de mar) un festival frío de mariscos donde había de todo, incluso un espécimen de color rojo ladrillo cuyo nombre no recuerdo y que a mí, que creía que no existía en el mundo marisco que pudiera no gustarme, no me gustó nada. Probé los mentados locos (mejor dicho "el" loco, que Magnolia gentilmente me cedió, se ve que deben ser raros y caros) y eso sí que me gustó.
Después pasamos a lo caliente y pedimos una inmensa cazuela que pretendían que me comiera yo sola; por supuesto fue una misión imposible y se la tuvo que terminar Magnolia.
El vino no recuerdo cuál era pero mucho no me gustó, estimo que no había sido bien conservado.
Y después volvimos a casa y a eso de las dos de la mañana hubo un llamado de los amigos de Nat (los de las condes) pretendiendo que saliéramos; lástima que ellos estaban en santiago y nosotras en Viña...

Un poco de historia reciente

de viernes a la noche
(publicado en mayo de 2006 en mi blog de hotmail)

Comienzo por la gallery night, esta vez con visita guiada.
El recorrido empezaba en la galería Javier Baliña, paquetérrima, cuando llegué me ofrecieron una copa de vino blanco (que probé y no me gustó, tendría que haber apostado al champagne) y me encontré con la guía, María José, una chica más o menos de mi edad que estudió Historia del Arte en la UBA. Muy simpática y para nada snob, MJ me contó que trabajaba en el Malba; me pareció un trabajo maravilloso y cuando se lo comenté me respondió que, efectivamente, sí.
De esa galería rescato las obras del colombiano Molina, que estaba presente y con el que pudimos departir en una charla breve pero amena.
El resto de la recorrida estuvo muy interesante. Fuimos a Mantova (muy buenas fotos de Carlos Tuchi) y de ahí a la galería Isabel Anchorena. Lo primero que vimos ahí fueron las obras de Clorindo Testa, que como arquitecto descollará pero cuyas pinturas parecían salidas de la carpeta de un chico de tercer grado. Después -en Ática, Libertad 1240- descubrimos algo que me encantó, la obra de Marina Soria, una diseñadora gráfica de la UBA que ahora se dedica a la caligrafía artística (cuando le conté a María José que había estudiado comunicación me dijo que seguramente la obra de Marina me iba a gustar). Ella estaba presente, muy encantadora y encantada de hablar de su obra. Sin duda lo mejor del paseo.
Recalamos en otras galerías cercanas (donde vimos la obra de los artistas de trastienda) y luego seguimos viaje hacia Arrosssho, muy bien como siempre y llena de gente. Terminamos el recorrido ahí y como yo tenía que hacer tiempo me fui a mi querido Sofitel. Nunca terminan de convencerme demasiado las muestras que exhiben allí pero esta vez el Sof fue un broche de oro con la serie de fotos de (de nuevo) Carlos Tuchi, del carnaval de Venecia. Excelentes. También había algunas muy buenas de Javier Pereda, de campos de té y mercados de la India. Había una que parecía sacada de una campaña de Rapsodia; bondades de la globalización, los saris que usan las chicas hindúes para vender frutas en el mercado después te los venden en las cañitas a mil pesos.
De ahí partí hacia el recital de Kevin. De él y de the nada no puedo decir nada, impecables como siempre; hasta a Mariana (que no es fan de la banda como yo) le encantó el sonido. Fue un regalo y como tal lo disfruté, pero no fue la Trastienda, que fue espléndido y en mi memoria quedó en un nivel inalcanzable. La calidez y el clima de la trastienda en ese recital creo que son irrepetibles, además del repertorio, que fue bastante más amplio que en este caso. Son experiencias incomparables.

p.d. en breve retomando Santiago (me faltan el viernes, el sábado y el detestable viaje de vuelta) y los vinos; que fueron mi principal distracción desde que rendí ese último final. Lo cual, efectivamente, no habla bien de mi estado de ánimo. Tengo una teoría del olvido (o la imposibilidad de) que escribiré en breve y está muy relacionada con eso.

Jueves, Viña del Pan

la unión del pan y el vino
(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)

El jueves 23 de marzo a media mañana Natalia me acompañó a tomar el micro hacia Viña del Mar (ella se tenía que quedar trabajando y recién me alcanzaría ese día a la noche). El viaje desde Santiago a Viña en micro dura casi dos horas y lo más rescatable del trayecto es la parte final, cuando se empiezan a ver sobre las laderas de las lomas las casitas allí emplazadas, construidas desafiando la pendiente, muy orondas en su (gran y amplio) colorido, erguidas sobre sus pilotes. Un paisaje muy pintoresco y diferente a cualquiera que yo hubiera tenido oportunidad de ver. Supongo que los habitantes de ese paraje de las afueras de Viña están acostumbrados a vivir de esa manera, pero hay que tener un estado físico envidiable (directamente proporcional a la altura en que se halle situada la casa) para ir al super y subir con las bolsas de las compras sin desfallecer en el intento...
Luego de dos horas de viaje, entonces, llegué a la terminal y me largué a caminar por la avenida principal de lo que sería el centro viejo de la ciudad. Después de cruzar la plaza principal y de caminar un par de cuadritas por la avenida -ahora convertida en peatonal- llegué a la galería donde trabaja Magnolia (la cuñada de Natalia), mi amable anfitriona. Almorcé con ella charquican ("comida de bebé" de acuerdo a Magnolia, es decir una especie de guiso con carne, papa y maíz todo muy chiquito) y después me fui a pasear mientras ella seguía trabajando. Ciudad globalizada al fin, lo primero que terminé recorriendo fue Falabella (nada muy muy) y después pasé a Ripley (ídem).
Una vez hecha la obligada concesión a las super tiendas, continué caminando por la peatonal del viejo centro. Algo para remarcar es que -al igual que ocurre en Santiago- hay aproximadamente tres farmacias por cuadra y panaderías por doquier. Según Natalia, Viña debería llamarse "del pan" y no "del mar", de ahí el título de esta crónica. También según ella el pan chileno es exquisito; yo no comí demasiado pan ni muchas cosas de panadería, sólo puedo decir que lo que probé, en general, me gustó.
Visto y recorrido el centro de punta a punta, me dirigí hacia la Quinta Vergara. Ya estaba cayendo la tarde y estaba cansada, así que mi elección fue ir directamente al famoso anfiteatro donde celebran el archiconocido festival. El escenario y la parte "vip", como era de esperar, estaban cerrados al público, pero podías ir y sentarte en las numerosas gradas del resto del lugar sin ningún problema. Y, con las piernas doloridas de tanto caminar, eso fue lo que hice, con la única compañía de algunas personas haciendo lo mismo que yo, dispersas aquí y allá. Estuve un rato largo sentada tranquila imaginando cómo sería ese lugar lleno de gente y con los artistas (aunque no todos los que pisan ese escenario lo son...) sobre las tablas. Después se acercó un señor chileno a hablarme...sin mencionar que no soy el tipo de persona que gusta de hablar con desconocidos en lugares donde no juego de local, este señor (que, aclaro, fue muy amable, tranquilo y respetuoso y daba la sensación de que lo quería era, en verdad, sólo charlar un rato con alguien que lo escuchara) no fue muy oportuno porque yo no tenía ganas de hablar, sólo quería estar tranquila y sola. Fue un momento bayaspirina, es decir aquel del comercial donde se decía que el taxista te da charla justo cuando de lo único que tenés ganas es de estar tranquila... igualito, sólo que en otro contexto.
La charla no fue muy trascendente pero me impresionó que el señor en cuestión me tiró un par de datos que acertó (mi edad y mi estado de ánimo, que de cualquier forma no eran tan difíciles de adivinar).
Un rato más tarde recibí el llamado de Magnolia y volví al centro, donde me encontré con Nicolás (el hermano de Natalia y marido de Mag), al que hacía años que no veía, y nos fuimos a su casa en un colectivo (allá le dicen así a un taxi con recorrido fijo que funciona como colectivo).
Más tarde comimos una cena frugal y yo me quedé viendo Troya, esperando a Natalia que llegó pasada la medianoche.

Cuartos y millas

más notas de cata
(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)

Hoy es un día especial, el aniversario de una fecha triste, de una noticia que yo esperaba y no esperaba, que recibí en un lugar -un cuarto- donde pasé muchos días en esos años, el living de Mercedes.
Me acuerdo de cosas simples
Me acuerdo de estar bajando del colectivo con ella, me acuerdo de las cosas que hablábamos,
me acuerdo de cosas no tan simples
me acuerdo de la vivencia de lo injusto y de lo no elegido, me acuerdo de la desagradable sensación de ser un cero a la izquierda.
Pasaron 16 años desde ese día (más de la mitad de mi vida hasta el momento) y ciertos recuerdos los recuerdo de una manera más vivída que lo que viví hoy.
Tantas millas recorridas y a veces las más antiguas parecen las más cercanas.
Por eso hoy es un buen día para tomar vino.
Estoy tomando uno que me gustó mucho, creo que la relación precio-calidad es óptima, al menos para mi gusto, más allá de las condiciones del vino. Se trata del syrah-viognier de Graffigna; el syrah es casi mi cepaje (tinto) preferido y el dulce toque del viognier le viene de maravillas. Las especias y la magia amaderada del syrah no se pierden sino que el 10% de corte blanco le otorga un realce particular.
El syrah es un vino ideal para los momentos tristes. Es un gran distractor y te lleva a pensar en otras cosas. Es especial.
Pero esa es sólo una modesta opinión, tan singular que posiblemente funcione sólo en mi caso.
Antes de abrir esa botella tomé el cuarto de milla (¿por qué será que ese nombre me evoca tantas cosas?) semillón-tocai friulano 2000. Para hacerle justicia, supongo que el vino es bueno -tengo muy buenas referencias- pero a mí creo que me tocó una botella que no fue adecuadamente guardada (ya con vinos de un año y meses hay que tener muchos recaudos en la guarda, y en este caso hablamos de un vino de seis años) y el corcho ya estaba mojado y el sabor del vino no era agradable. Tampoco era desagradable, se podía tomar (y tomando en cuenta el precio no estaba en mis planes desperdiciarlo), pero evidentemente la plenitud de su potencialidad se había perdido entre temperaturas o lugares con humedad ambiente no adecuados.
Alguna otra vez lo compraré en otro lugar y le daré otra oportunidad.

Miércoles, ve las artes en Bellas Artes

(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)
En ese miércoles 22 de marzo que pasé en Santiago hace un escaso mes y nada, decidí que ya era tiempo de aportarle un poco de cultura culta a mi recorrido turístico y a la tarde me fui a visitar el Museo Nacional de Bellas Artes, que queda a cuadritas de donde yo estaba, ahí en BBA, en el Parque Forestal. Me pasé unas cuantas horas metida ahí adentro, apreciando una parte de la historia pictórica chilena a través de cuadros -algunos realmente antiguos- que daban cuenta de la evolución temática y estilística a través de las distintas escuelas: el realismo, el auge del retrato, la escuela modernista...and so on. Algunos retratos tenían más vida en la mirada y la expresión de los retratados y mayor fuerza y prestancia que muchas de las fotografías que podemos ver hoy en día. Impactantes.
Pero lo que más me gustó de la visita fueron tres muestras de artistas contemporáneos. La primera -de hecho la primera que vi, además- fue la de Alexandra Domínguez ("Cartografía de lo desconocido"), una serie de acuarelas con un gran abánico cromático y unos títulos poéticos y sugestivos.
El manifiesto que acompañaba a las obras era un accesorio no accesorio y le daba un marco de sinergia a la experiencia. Me quedó grabada una frase, que recuerdo: "Buen sitio es un papel para quedarse, a falta de otro lugar donde levantar su conciencia utópica los seres humanos".
La segunda fue la de Kuitca, que tenía en exhibición tres muestras a la vez (o sea, le dedicaron una retrospectiva). Mi favorita fue la principal, que constaba de telas con obras que en algún momentó Kuitca comenzó y luego desechó. Los lienzos con esas obras inconclusas fueron usados por él a posteriori para cubrir su mesa de trabajo, sirviendo de improvisado anotador para escribir desde fechas y datos de exposiciones propias y ajenas hasta la lista del super o el teléfono de la pizzería. Así fueron cubriendo las distintas mesas una serie de lienzos desde el 2000 hasta el 2005; simplemente cuando Kuitca consideraba que el "mantel" en cuestión había cumplido su ciclo, usaba otro y así fue como a los pasillos de ese museo por el que yo paseaba llegaron decenas de cuadros representativos del arte moderno montados en círculos de madera. Todos tenían inscripciones interesantes y era divertido detenerse a leerlos. Me llamó la atención una anotación que decía "Ahora me voy a tomar tres rohypnol: el primero para dormir, el segundo para soñar...". Y si bien recuerdo que en ese momentó me gustó el texto, no logro acordarme de para qué era el tercer rohypnol; creo que estoy en el mismo estado que él después de tomárselos.
Y la tercera de mis elegidas fue "Maderas del cielo" de Pilar Ovalle, una muestra de esculturas de árboles cuya materia prima era, justamente, madera de diversos árboles. Una colección sensible y estéticamente hermosa.
A la noche no salimos, de hecho ese miércoles a la noche tuve un bajón profundo, uno de varios en un viaje con altibajos... me hubiera venido bien esa tecera pastillita.

Retomando

(las crónicas chilenas)
(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)

Me quedé en el domingo y quiero dejar un registro de los recuerdos antes de que se pierdan en los pliegues del olvido...
El lunes ya lo conté: fue el día donde, en resumen, me fui a recorrer los negocios de los diseñadores del barrio bellas artes, "escalé" el cerro Santa Lucía -donde se encuentra el monumento a Benjamín Vicuña Mackenna y un mirador de la ciudad- y, lo más importante, me fui a tomar el helado de frutilla a la pimienta al emporio la rosa. A la noche no salimos.
El martes nos fuimos temprano a escalar y sí, gente de poca fe, ¡yo también escalé!. Aclaro que no fuimos a un cerro sino a un muro de escalada, pero si alguien alguna vez intentó escalar un muro de esos sabrá que no es fácil. El ambiente era 99% masculino (y cualquier mujer que guste de los chicos de cuerpos trabajados se hubiera hecho un festín visual), sólo cuando nosotras nos íbamos llegó una chica. Pero Natalia me explicaba que el ambiente es de cero levante, obviamente se pueden dar romances, pero nadie está a la pesca. Y afortunadamente se notaba, creo que no hubiera sido agradable de otro modo.
Así que ahí estuve, agarradita de las presas y tratando de coordinar los movimientos de brazos y piernas para ir subiendo de a poquito. Realmente es una actividad agotadora y requiere muuucha fuerza de brazos. Lastima mucho las manos, además; en especial si son delicaditas como las mías.
De ahí subimos a la parte high de Santiago y nos fumos al mall Portal La Dehesa, uno de los más top de Santiago (en verdad creo que el más) donde trabaja Nat.
Perfil de consumidor: mujer, de treinta a cincuenta años, Casada No Trabajadora (es decir mantenida, y bien mantenida), flaca, cirugeada, bien vestida (estamos hablando del grupete al que la estética le importa y tiene recursos para dedicarle), madre -todas iban con cochecitos o con sus críos-, muchas de ellas con la nana, de riguroso uniforme. O con la madre.
Se ve que no están acostumbradas a hacer nada solas, ni siquiera ir de shopping. Claro, mirar vidrieras y cuidar de sus vástagos (malcriados) es demasiado para hacer a la vez.
Todos los negocios paquetérrimos -precios acorde- y el toque argentino siempre presente. Había locales de Kosiuko, Ayres, Veronica Zuberbuhler y el infaltable Giordano.
Como era de esperar yo quedé encantada con el Jumbo, la variedad de cosas que se podían encontrar allí era incomparable con el triste y aburrido espectro argentino. Había jugos de la fruta que quieras, galletitas de lo que quieras, yogures y postrecitos de lo que quieras incluyendo sabores desconocidos para nuestro mercado, como la lúcuma y el aloe vera, que aquí no tiene ese uso gastronómico (aunque reconozco que probé un yogur de aloe vera y no me gustó para nada, me daba la sensación de estar comiendo una mascarilla facial...creo que hubiera sido mejor usarlo de esa manera).
Antes ir a jumbo hice escala en Starbucks y me tomé un delicioso capuccino mocha con chocolate blanco y una porción de torta de chocolate increíble.
Y aquí hago una pequeña digresión: ¿por qué no hay un Starbucks en Buenos Aires? ¿la franquicia es muy cara? ¿los requisitos son muchos? ¿piensan que el bolsillo argentino no puede pagar el costo de sus productos? Y sí, barato no es. Pero un Starbucks en Patio Bullrich, por ejemplo, ¿por qué no? Yo creo que en un lugar así podría ser rentable. Claro, hay que tener el capital para empezar, y la voluntad de arriesgarlo, que no es poco. Si hay un socio capitalista interesado, aquí estoy, yo pongo el trabajo.
A la noche salimos con unos amigos de Natalia y probé el típico pisco sour, muy suavetón.
Voy avanzando, ahora sólo me quedan el miércoles, jueves, viernes y sábado. En breve.

Domingo zen en Santiago

(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)
El domingo llegamos a la casa de Natalia a eso de las 10 (de la mañana); sus amigos nos llevaron en la camioneta de uno de ellos desde su preciosa casa en Las Condes hasta la nuestra, más sencilla pero encantadora también. Dormimos unas horitas y a la tarde fuimos a una feria artesanal, a una galería muy turística y "shiqui", y de ahí al cerro San Cristóbal. Esa fue una experiencia atípica e incluso desconcertante para mis cánones de percepción urbana. Lectores porteños (de preferencia de nacimiento), imaginen la experiencia de tener en pleno centro de la ciudad un cerro de una altura considerable -lo suficiente como para tener un teleférico- y de una extensión tal que le permita contar con un zoológico y un jardín japonés (!), además de estar surcado por caminos varios y poblado por los más diversos animalitos de Dios. Después de subir muchas escaleras y caminar unos cuantos metros (esquivando autos y bicicletas) hicimos un pequeño piquiniqui (sin comida) sobre el pasto.
Al caer la tarde volvimos a Nueva de Bueras (la calle de la casa), descansamos un poco, y a la nochecita fuimos a un barcito cercano, Patagonia (el sur siempre presente), donde yo pedí -pero no tomé- una infusión de hierbas mapuches y Nat un exquisito jugo de frambuesas.
Me llamó la atención la tranquilidad de las noches de domingo de Santiago; Nat me explicaba que no es un día en que se acostumbre salir, y se notaba en el silencio de las calles de una zona que no califica como tranquila o despoblada. Nada que ver con una noche de domingo porteña...

Notas de cata - I

(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)

Como me pasa que me olvido de los vinos que tomo (una toma tanto a veces, tanto canal gourmet genera necesidades etílicas...) los voy a ir anotando acá, con una pequeña nota de cata, muy subjetiva.
Ayer y hoy estuve tomando un Syrah Serie Reservada, Barrica 2003, de Finca La Escondida. Todo suma para que sea bueno, pero no me gustó. Encuentro que las notas de regaliz son demasiado fuertes y eso anula el dulzor y le da un amargor muy acentuado para mi gusto (ya bastante amarga es la vida).
La guarda en barrica se advierte, por supuesto; el roble tiene una presencia importante. Ayer me tomé una copa unos grados más por encima de lo debido y los sabores estaban tan exacerbados que era difícil de tomar, incluso para mi paladar que tolera bastante más que un tranquilo sauvignon blanc.
Antes de ir a Chile había tomado un Chenin Santa Julia (familia zuccardi). Delicioso, pero unos gramos más de azucar no le hubieran venido mal. Si el vino es dulce, que sea dulce con todo.
Todo por el momento.

Sensaciones de abril

(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)
Todavía no continué con el relato de mis vacaciones en Chile porque ese viaje me dejó sensaciones y emociones muy profundas y creo que aún me cuesta sentarme a escribir sobre él. Pero en breve seguiré.

El jueves a la noche me fui a ver el método; hace mucho quería ver la obra de teatro y decidí que la película tal vez valiera la pena. La verdad es que no me encantó, encuentro que el guión no siempre está bien resuelto y creo que decididamente es una obra para teatro, es una asignatura pendiente para mí ir a verla. Rescato el tema -que es interesante para debatir-, ciertos momentos y ciertas actuaciones, como la del hijo de Alterio, que en mi opinión está muy bien en su papel y vuelve creíbles todos los tics e inseguridades de su personaje. Eduardo Noriega -que a mí me encanta- está bastante extraño en este film, me hizo acordar bastante a Sebas Presta, el de Kitsch.
El sábado a la tarde fui a visitar el nuevo hogar de mi querida y adorable Lauri, que me alimentó con tarta de manzana, ricotta y membrillo.

Crónicas chilenas

(publicado en marzo de 2006 en mi blog de hotmail)
Tratando de dejar un registro de mi semana en Chile, comenzaré con el día de mi llegada. Coming soon, el resto de la semana.

Sábado a la madrugada, la bienvenida de la aduana

Despertarse súbitamente y tener como primera visión del día el deslumbrante marco de la cordillera no es poca cosa para una humilde habitante de la llanura pampeana. Pero la placidez del despertar no duró mucho porque con los primeros albores de la mañana llegamos a la aduana chilena y por supuesto debimos bajar del micro. Después de hacer los trámites en migraciones me fui muy relajada a que escanearan mi bolsito de mano. Al igual que la placidez el relax también me duró poco porque cuando llegué estaban reclamando al dueño de una mochila...que era justamente la mía. TODO el mundo giró la cabeza hacia mí, cual girasoles -o maravillas según los chilenos- buscando el sol, creyendo que tras mi cara de yo no fuí había una traficante de empanadas de carne y ensalada de fruta.
Conclusión, tuve que sacar mis bombachas y mi cepillo de dientes para mostrarle a los oficiales de la aduana que no había nada raro en mi bolso. Eso no se le hace a una dama; por suerte tuvieron la delicadeza de no hacerme sacar tooodas mis cosas, simplemente me dijeron "está bien, mi reina" (una expresión muy típica para ellos) y acabose ahí.
Horas después llegaba a la terminal de los héroes y comencé mi periplo trans-cordillera.

la vida es un sube y baja

"Subir" y "Bajar" son verbos muy populares en Santiago, donde los desplazamientos urbanos se expresan en esos términos, para nada eufemísticos sino llanamente literales. La parte alta de la ciudad es el hábitat de la high class, adinerada, excluyente y cerrada, que sólo se codea con miembros de su propio grupo. "Lo demás" comienza desde, digamos, la plaza Italia hacia abajo; y el abajo es una zona muy definida con características radicalmente diferentes a las de arriba. En el medio queda una suerte de limbo inclasificable que carece siquiera de expresiones para definirlo: la construcción conceptual "clase media" no existe en el vocabulario demográfico-sociológico chileno. En esa zona indefinida, un poco culturosa, un poco artie, un poco bohemia, un poco vanguardista, un poco costumbrista, se encuentra el barrio Bellas Artes, que fue mi lugar de residencia por unos cinco días.
El día de mi llegada bajé un poco desde allí y bajo un sol impresionante fui con mi amiga casi hermanita Natalia a visitar la casa de gobierno, abierta al público en su planta baja. De ahí nos fuimos a almorzar y, como buena fan de la palta, no podía dejar de probar ese fruto en tierra chilena, por lo tanto almorcé una palta reina de la que comí sólo un tercio porque era realmente contundente.
A la tarde nos tomamos unas cervezas en la casa de Nat.

Sábado a la noche, putting the battery...recargada

A la noche nos fuimos a Vitacura, una zona muy cheta y eso hacía que sonara un poco descolgado el nombre del lugar al que fuimos, Las Urracas...a very top place a pesar del nombre, sobre todo en sus precios, que superaban cómodamente el promedio-puerto-madero que en Argentina podemos tomar como parámetro de lo caro. Como para esa altura yo estaba tan cansada que necesitaba pilas, cual conejito de duracell me pedí justamente un battery (un energizante que creo que acá no se consigue) con vodka. De ahí pasé a una cerveza con papas fritas. A las dos horas abrieron las pistas de baile y fuimos a una de ellas.
La pista de baile era un tema parte. Creo que lo de "las urracas" aludía a ciertas de las mujeres que movían su cuerpito por ahí. Realmente un lugar multitarget, había gente desde los 30 hasta personas con varias décadas más encima (Nat y yo jamás nos olvidaremos de la mina de los voladitos). Tampoco faltaban los argentinos plomazos y pesados creyéndose los galanes del universo.
Después de bailar un rato nos fueron a buscar unos amigos de Natalia (Marcelo y su hermano Gonzalo) y fue así como terminé en una casa del exclusivo barrio Las Condes, tomando bourbon y comiendo toblerone y lenguitas de gato de chocolate.

Desde Santiago

(publicado en marzo de 2006 en mi blog de hotmail)

Estoy en un cyber de Santiago, en el atardecer de mi tercer día en la ciudad. Hoy me fui de paseo a ver una cosa absolutamente imperdible, es decir ropa "alternativa". Estoy en el barrio Bellas Artes así que si hay algo que no falta aquí es cultura y eso incluye la cultura de la indumentaria. Lástima los precios, que en general son carísimos; el sábado a la noche fuimos con Nati (mi amiga anfitriona) a un bar de Vitacura y me tuve que tomar un trago solamente para reponerme después de haber leído la carta. El sábado merece una crónica aparte porque a pesar de que estaba cansada hice de todo (el tiempo es poco y hay que aprovecharlo), pero la tengo que escribir con más tiempo, estoy sola en la ciudad y debo volver a mi hogar antes de que anochezca.
Más temprano estuve en un lugar llamado Las Rosas tomando un helado artesanal de frutilla con pimienta, miel de ulmo y té verde con mango. Después me fui a ver ropa y luego de eso me fui al cerro Santa Lucía, caminé un poco (bastante) en subida y llegué a la terraza donde se puede disfrutar una vista panorámica de la ciudad, que es un paisaje bastante imponente tomando en cuenta el marco que le da la cordillera.
Ayer también estuve de cerro (eso también lo contaré con más detalle después) y de paseo por ferias artesanales. A la noche fuimos a un barcito muy estilo Palermo Viejo de nombre Patagonia, a tomar un té de hierbas mapuches y un jugo de frambuesa. Merece una mención aparte el tema de los jugos, hay mucha variedad y son realmente deliciosos. Sé que los voy a extrañar.
Mañana o el miércoles escribiré un poquito más.

Entre los mareados y la última curda

(a veces la vida te marea un poco)
(publicado en marzo de 2006 en mi blog de hotmail)

Con respecto a la semana en la pedrera, otro sí digo. Olvidé mencionar que otra cosa que me pasó en la casita fue que el casero me conectó mal la garrafa de gas y por lo tanto el gas volaba libremente por ahí. Incluso desde el techo de la casita podía sentir el olor a gas mientras estaba plácidamente desayunando. Creo que hasta llegué a estar en un estado de leve embotamiento, pero en todo caso no llegué a volar por los aires. Justo cuando era posible que eso sucediera llegaron mis amigos que lo primero que notaron fue el olor a gas y me conectaron bien la garrafa.
Empiezo a notar que un par de semanas sin televisión y una se halla desorientada. Por ejemplo, ayer miraba soy tu flan y encontré que Gastón Pauls fue reemplazado por un intento fracasado de clon, ¿qué pasó en el medio? Advertí también que me iba a perder el último capítulo donde -¡justo!- hace su aparición estelar Gael García Bernal (es como dice la canción, no tengo a un hombre ni a gael garcía, me siento tan vacía). Y la duda me carcome, ¿¿¿quiénes son los que se fueron de la academia de operación triunfo los últimos dos domingos??? ¡¡¡y encima me lo voy a perder dos semanas más!!!
Curso de vinos. La última clase estuvo muy bien, fue una suerte de festín excesivo de pizza con espumosos varios. Me cansé de comer pizza; nos sirvieron como siete veces a cada uno, creo que yo habré comido como unas cinco porciones. La pizza era a la parrilla y como era de esperar no era la tradicional sino variedades de esas con tomates confitados, rúcula, albahaca, camarones, bla, bla, bla. Los champagnes/espumantes estaban bien, de los cuatro hubo un par que eran ricos, los otros almenos fueron una buena compañía para la pizza. El mejor fue el María, repetimos casi todos, salvo una chica driver que fue muy prudente. Así las cosas terminamos el curso, que espero, o tal vez necesito, repetir pronto. Esas cuatro noches por unas horas (casi) todos los problemas parecieron irse de mi vida. Es un estado muy pero muy difícil de encontrar y dudo que en mi caso, en este momento de mi existencia, pueda encontrarlo a través de otra cosa que no sea el vino. Un buen bourbon también se acepta.

Crónicas pedrerenses

(unas vacaciones con convidados de piedra)
(publicado en marzo de 2006 en mi blog de hotmail)

Después de un laaargo viaje compuesto de buque lento, micro a montevideo y bus a la pedrera, finalmente llegué a mi casita amarilla el sábado 4.
La casita tenía para mí un cierto encanto desde antes de conocerla, la dueña es norma aleandro, de manera que yo estaba segura que iba a ser un lugar con onda. Resultó ser un lugar muy sencillo, sin grandes lujos -tal lo esperable-, con un techo de vigas gruesas de madera que hacía las veces de terraza y se convirtió en mi mirador exclusivo. Me llevé una sillita de playa y casi todas las mañanas me iba a desayunar ahí, con una vista impresionante del mar; kilómetros y kilómetros de océano a la entera disposición de mi mirada. Y justo enfrente la casa de Maitena, una casona espectacular con el centro vidriado, alguna vez se la pudo ver a ella con el pelo rubio platinado característico. Pero retomando el tema de la vista marítima, lamenté mucho no haber podido comprar la camarita... cosa que tal vez fue mejor, dados los acontecimientos posteriores.
Sería bastante tedioso que hiciera el detalle de lo que hice día por día, la verdad es que en la pedrera no hay nada interesante para hacer salvo disfrutar del mar, la playa, y la naturaleza en general. Y descansar.
Como de puro atolondrada no había cambiado plata en trescruces, me tuve que ir a La Paloma el martes a cambiar argentinos por uruguayos. El paso de la mayoría de esos billetes por mi cartera fue breve, muy breve. Lo recordable (por desgracia) de ese día fueron las seis horas que me quedé varada en la terminal de La Paloma, un lugar deprimente, lleno de locales vacíos. El sol brillaba de una manera tan espléndida que mi rabia por estar ahí perdiendo el mejor de los días de playa que había tenido hasta entonces era directamente proporcional a ese brillo. Sucedió que me perdí dos micros. El primero lo perdí porque una pareja de mochileros chilenos estaba esperando el mismo micro que yo y cuando el micro llegó y vi que ellos no lo tomaban asumí que ese no era el micro...por supuesto horas más tarde me enteré que ese sí era el micro y por supuesto no tengo explicaciones para mi tonta actitud. Es como si ese día hubiera puesto mi cerebro en off. El segundo lo perdí porque el pasaje que tenía no servía para ese micro y cuando me subí al tercero ya eran casi las siete de la tarde. Para ese entonces ya estaba furiosa conmigo misma, con los chilenos y con el mundo, y en medio de un ataque de llanto. Recién entrada la noche pude serenarme un poco.
Otra de las cosas que me pasó es que confirmé que la soledad en el campo es dura para una chica de ciudad miedosa. Me la banqué, pero no me gustó. La sola idea de estar conviviendo con bichos varios no era agradable. Un día iba caminando por la calle donde estaba mi casa y una empleada del hotel La Pedrera, que estaba en la otra cuadra, me contó que era época de culebras y lagartos...juro que hubiera preferido no escuchar ese comentario.
Como "la casa" era en realidad dos casitas separadas, (una de ellas la principal, donde yo estaba instalada, y la otra que constaba de un dormitorio y su baño), un día entré al baño de la casita apartada y vi un alacrán chiquito. Me fui a comprar insecticida y cuando volví le tiré medio frasco encima. En mi baño tenía un sapito cro-cro de esos bebé que saltaba alegremente por las paredes y luego fue otro a hacerle compañía. Sólo faltaba Julián Weich haciendo el sapito y ya podía cantar bingo. Arañas había por todos lados. Realmente no me puedo quejar, estuve muy bien acompañada. A partir de las nueve de la noche, el horario en que oscurecía, no había poder humano que me hubiera podido hacer salir de mi casa.
Y ya después de unos días la soledad me empezó a pesar y me empecé a sentir demasiado sola. De todas maneras yo elegí esas vacaciones y está bien que haya sido así, personalmente veo a las vacaciones como a una oportunidad de explorar los propios límites y de convivir con zonas de nosotros mismos que habitualmente reprimimos por una razón u otra. No siempre es una experiencia agradable, pero pienso que es una experiencia necesaria.
El entorno externo contribuía a acentuar la sensación de soledad, no había demasiados tourists (casi todos los autos tenían matrícula uruguaya), incluso un día me pasó ir a la playa y que la única que estuviera cerca fuera maitena sacando a pasear a su perro para que se diera un bañito salado y frío en las patas.
Y el pueblo fue otro tema, un típico pueblo que tiene vida en enero y febrero y después cae en silencio de radio. La casa me gustó, adoré la vista, la playa estaba bien -sin ser nada espectacular- pero el pueblo me resultó deprimente, sucio y descuidado. Y carísimo. Por un frasco de café pagué casi el doble de lo que hubiera pagado acá.
El jueves a la noche llegaron a hacerme compañía dos amigos, y fue una compañía agradable y necesaria.
Lo lamentable fue que el sábado a la noche entraron a la casa a robar, como la mayoría de los que pueda leer esto ya sabrá. No sé si estando yo sola hubiera pasado -de hecho estuve muchos días sola- pero tampoco lo puedo saber, supongo que ficharon el auto de mis amigos y fue así como decidieron que éramos buena presa para un robo; lo que en definitiva agradezco es no haber estado sola en ese momento. Así que ese sábado a la madrugada, mientras nosotros estábamos durmiendo, entraron a robar y no nos enteramos de nada. El domingo nos levantamos alegremente a preparar el desayuno y descubrimos nuestras cosas tiradas en el jardín de la casa, es decir mis carteras y la campera y una mochila de uno de mis amigos. A mí me sacaron dos mil uruguayos pero a él lamentablemente le sacaron mucho más entre todas las cosas que le robaron. Lo impresionante es pensar cómo estuvieron tan cerca de nosotros; mis carteras estaban colgadas al lado de la puerta de la habitación donde yo dormía, de manera que el ladrón hasta me debe haber visto durmiendo. Terrible, una fea despedida de la pedrera. Pero como me dicen, lo importante es que no nos pasó nada a nosotros.
Y volver fue otro desastre, las conexiones la pedrera-montevideo-buenos aires son complicadas. Ir a Uruguay sin auto es un gran ejercicio para la paciencia que siempre que he ido me ha tocado practicar. Llegué al mediodía cuando debería haber llegado mucho más temprano.
Eso es todo por el momento de mis crónicas pedrerenses. En breve mis crónicas chilenas...
Y también mis notas de mi última clase del curso de vinos, que fue justo el jueves antes de irme.

Entre copas II

(publicado en febrero de 2006 en mi blog de hotmail)
El jueves pasado tuve mi segunda clase de vinos, dedicada a los tintos. En primer lugar degustamos un Merlot (mi favorito lingüísticamente) cosecha 2003 Pedro del Castillo, de Cavas de Weiner. Después pasamos a un Malbec Quara. A los vinos de Quara no hay con qué darles, la relación precio-calidad es óptima (estamos hablando de un vino de menos de 10 pesos la botella), yo los recomendaría a ojos cerrados. En tercer lugar probamos un syrah Finca Flichmann Caballero de la Cepa. Delicioso, a un punto tal que hasta las notas de caramelo media hora que tiene le quedaban bien (y para mi paladar eso ya es mucho decir). Y el último fue un Cabernet Sauvignon Trapiche Línea Roble. Era rico también, pero de todos esta vez me quedo con el Syrah y el Quara (claro que hay una pequeña diferencia de precio entre ambos, el Caballero de la Cepa cuesta el doble que el Quara…).
El viernes fue un día olvidable, completamente deprimente.
Y el sábado fui a conocer a Marcos, el hijo de Vicky, muy amoroso, es impresionante el modo en que estos sucesos como nacimientos, embarazos y casamientos te dan la pauta del paso del tiempo. Que no se detiene, al igual que el crecimiento de mi pelo; por eso después me fui a la pelu (de nuevo a Cerini, no era el momento para arriesgarme a grandes cambios) a retocar raíces, estuve tres horas metida ahí adentro pero la pasé muy bien; aproveché para cortarme el pelo y me tocó un chico amoroso, Francisco, el más divino de todos los que estaban ahí –muy simpático- así que no me puedo quejar.
No me alcanza el tiempo para nada, ni siquiera para escribir; retomaré en otro momento.

Entre copas

(publicado en febrero de 2006 en mi blog de hotmail)
Ayer tuve mi primera clase del curso de vinos. No calculé que el 42 -que era lo que me dejaba cerca de la Escuela Argentina de Vinos- iba a estar lleno de gente que se iba a River a ver a los roliiiiiiiiin y fue así que me quedé más de media hora esperando un colectivo donde me pudiera subir. Casi llego tarde, pero bueno.
Éramos once personas (sin contar al profe), promedio joven, más mujeres que hombres, lo cual no me sorprende porque la presencia femenina en el mundo del vino es cada vez mayor.
Aprendimos muchas cosas muy interesantes y probamos un Torrontés - Chardonnay Etchart Privado, un Syrah Rosé Santa Julia de Familia Zuccardi (ese me encantó, tenía notas de ensalada de tomate, es decir de tomate y de especias), un Malbec - Cabernet Sauvignon de la línea Dos Voces de Chandon y un Frizzé rojo.
Salí de la clase con aquel que creo que es el estado de ánimo ideal en la vida: el que se tiene después de tomar una copa y media de vino. Yo sé que para los abstemios y para quienes no gustan el vino esa es una opinión discutible y hasta reprobable. Por supuesto yo no hablo de estar borracho; me refiero a ese estado en que la lucidez se mantiene pero todos los problemas de la vida parecen quedar en un segundo plano y todo parece más alegre. Una copa y media es una medida arbitraria que podría aplicar a mi caso -depende la ocasión- pero por supuesto es variable y depende de muchas cosas, aun para la misma persona. Aquellos que bebemos vino con cierta frecuencia por lo general sabemos reconocer cuál es ese umbral donde encontramos esa medida justa.
Entre otras razones, también por eso es que me gusta el vino.
Es una pena que ese efecto no perdure indefinidamente.

lunes, octubre 02, 2006

De Il Piccolino al Congos
(pasando por un baby shower)
(publicado en febrero de 2006 en mi blog de hotmail)

En plan de terminar de organizar mis vacaciones, el sábado al mediodía fui a pagar el alquiler de mi casita amarilla de la pedrera. Para estar a tono con el colorido de la casita (admito que me teñí por ese mismo motivo) me puse una remerita naranja furioso y salí con mi carterita fucsia ídem a desafiar el calor de las calles palermitanas.
De manera que me fui a il piccolino, un teatro donde vive la chica que alquila la casita, valeria, que es actriz, realmente muy amorosa. El toque cholulo es que la dueña de la casa de la pedrera es norma aleandro y que como valeria además de ser la nuera de norma es una de las mejores amigas de natalia oreiro, resulta que natalia y mollo celebraron ahí su primer aniversario de casados. Por otra parte en la casa de enfrente vive maitena, parece ser que la zona es un reducto de celebrities.
A la tarde me fui al baby shower de Natalia, muy bien organizado por Sol, Lauri (del colegio) y mamá y hermanas de Nati, está de más decir que un BS no es un escenario donde yo encaje demasiado, pero estuve presente en el momento donde Natalia anunció la gran noticia y me gustó mucho poder compartir también este momento, muy feliz. Imagino que de acá a unos pocos meses los baby shower se van a difundir bastante y se van a popularizar más allá del reducto de las "wedding planners", que ciertamente deben estar haciendo su aporte prensero para imponerlos.
Y a la noche regresé a Palermo, más precisamente a Congos, con Lauri (de la facu) y su amiga Carolina, a tomar un poquito de aire. Un bar muy agradable, lo vimos a Kevin (acompañado).
Y de ahí nos fuimos a Crónico a cerrar la noche, un placer la salida y la compañía.
Creo que fue casi la última vida social que voy a poder tener hasta las vacaciones, esta semana tengo muchas -pero muchas- cosas para hacer, la mayoría urgentes y burocráticas, salvo el curso de vinos que empiezo el martes. Un verdadero oasis etílico en medio de una actividad intensa.
Un cacho de cultura
(publicado en febrero de 2006 en mi blog de hotmail)

Pequeño recuento de actividades. Quiero leer este blog a fin de año y acordarme de toda mi intensa actividad cultural del año...
El sábado (como parte de la preparación para el examen de Historia de los Medios) fui a ver con Mariana y amigos el Héroe del río, con Buster Keaton, al Malba. Después nos fuimos a ver el último tramo del recital de Spinetta en Palermo. No me gusta Spinetta, no me gustan los lugares atestados de gente (uno de mis tantos tópicos de terapia), no me gustaron los mosquitos que volaban alegremente. Pero la gente que estaba conmigo la pasó bien, de manera que el tour valió la pena.
El domingo me fui a caminar con Gaby, eso también es "cultural" porque tiene que ver con la cultura de la amistad.
Y ayer fui al Malba nuevamente con Mariana, para ver Singing in the rain. Esa anécdota del pasaje del cine mudo al cine sonoro también me hizo acordar mucho a Historia de los Medios; la carrera siempre está presente.
La revista del Malba afirmaba que no se puede dejar de ser feliz mirando esa película.
Todo bien, pero conmigo no lo logró.
El Metro
(publicado en febrero de 2006 en mi blog de hotmail)


Existen tres canciones autobiográficas en mi vida, que siento que representan con una fidelidad asombrosa ciertos momentos y experiencias de mi vida. Esta, de Café Tacuba, es una de ellas. Junto con El baile y el salón y Déjate caer (que en rigor no es de ellos sino de Los tres) forma el trío de mis canciones preferidas de ese grupo. Cuando fui a verlos al acústico que hicieron en FM100 esta fue una de las pocas canciones que cantaron -en versión impecable- y yo deliré.
Esta canción la escuché por primera vez hace más de diez años y mi vida era (aunque no tan literalmente, claro) como la situación que describe. Ayer, después de mucho tiempo, la escuché nuevamente y siento que hoy en día me sigo identificando mucho con ella.
Hay que tener una sensibilidad especial para entenderla, pero puedo asegurar que si la escucho en un momento melancólico me puede hacer llorar mal. Me hace acordar a muchas cosas que me marcaron y me dejaron cicatrices que hoy recrudecen por circunstancias varias.
Después de escucharla me puse a ver Soy tu flan y había una escena donde la psi de Dolores Fonzi (Elizabeth Vernaci) le decía: "Si te angustiás, llamame al movicom". ¡Yo quiero una psi como esa! Ayer a la noche la hubiera llamado seguro. Pero me parece que para tener una psi así, hay que pagarle...

El Metro

Me metí en un vagón del metro
y no he podido salir de aquí.
Llevo más de 3 o 4 meses
viviendo acá en el subsuelo
en el metro.

Zócalo, Hidalgo, Chabacano
he cruzado un millón de veces.
He querido salir por la puerta
pero siempre hay alguien que empuja
para adentro.

Y cuando en las noches pienso yo en tí
sé que tú te acuerdas de mí
pero aquí atrapado en este vagón
no sé si volveré a salir.

Como pastillas, paletones, chocolates,
chicles y salvavidas.
Tengo ya seis juegos de agujas,
ocho cuters y encendedores de sobra.
Creo que me ha crecido ya el pelo
con la barba y las arrugas
no sé cuando es de día y de noche
no sé si llevo cien años aquí dentro

Y cuando en las noches pienso yo en tí
sé que tú te acuerdas de mí
pero aquí atrapado en este vagón
no sé si volveré a salir.
Y hay veces en que te empiezo a extrañar
y me dan ganas de llorar
pues tu cara no puedo recordar
y no sé si te vuelva a besar.

Staff Carilini
(lágrimas en la peluquería)
(publicado en enero de 2006 en mi blog de hotmail)

Creo que no hay mujer que yo conozca cuya cabellera no haya pasado por las manos de las huestes de Claudio Cerini. Y cuando tooooodo el mundo hace la misma cosa o va al mismo lugar, ya sé de antemano que eso no es para mí. Mis gustos no suelen coincidir con los de mi "grupo de pertenencia" (si es que existe tal cosa), al menos en lo que a peluquerías se refiere.
Pero cayendo en el lugar común de que cuando una mujer necesita desesperadamente un cambio va a la peluquería (lugar común que yo cumplo a la perfección), y tomando en cuenta que ayer hacía mucho calor (y el calor y el desgano son una ecuación con gran potencia des-movilizadora), decidí darle una oportunidad a los chicos de "Staff", como le dicen las chicas.
No es que haya querido desterrar mis prejuicios. Simplemente fui porque quedaba cerca de mi casa y me parecía que le debía una visita turística.
Reconozco que las recepcionistas (en especial la primera que me recibió) fueron amables, simpáticas y eficaces. Es impresionante la rapidez con la que te derivan hacia algún sillón. El amibiente muy net, claro, por lo tanto el vestuario de trabajo no podía ser de otra marca que etiqueta negra.
De manera que en menos de cinco minutos a partir de mi llegada ya había caído en el sillón de Claudia. Yo le comenté lo que me quería hacer y ella me hizo una propuesta estilística que a mí no me cerraba por ningún lado, pero decidí quedarme igual. ¿Por qué? No sé, son esas decisiones impulsivas que yo, que no soy una persona impulsiva, a veces tomo. Y como corresponde, nunca me siento cómoda después de haberlas tomado, porque no está en mi naturaleza actuar así.
Por lo tanto por unos cuantos minutos la escena fue bizarra. Sentada en el sillón llorando -y agradeciendo haber puesto en mi cartera un paquete de carilinas- con las mechas envueltas en papel film, y un platinado furioso asomando por debajo.
Mientras tanto mi pensamiento era, por supuesto, ¡¡¿¿qué estoy haciendo acá??!!
La colorista, seguramente acostumbrada a que las clientas asuman que el sillón de una peluquería es el equivalente glam (y giratorio) del sillón del terapeuta, no me dijo nada. Después de todo, no soy la primera ni la única que va a la pelu porque está deprimida.
O quizás pensó que la combinación de agua oxigenada y polvo decolorante estaba afectando mis capacidades mentales.
Sea cual haya sido el caso, me ofreció algo para tomar y lo primero que se me ocurrió pedir fue, naturalmente, una lágrima. Nada de las divinas tacitas art-decó de Barcelona, o la solícita atención de los chicos de Nuevo Club Buenos Aires, que te ofrecen algo para tomar cada cinco minutos. La lágrima llegó en un vasito descartable y la atención no estuvo a la altura de los otros dos lugares que mencioné.
Por otra parte el aire acondicionado no funcionaba, muy mal para un salón de la categoría de "Staff". Una voz de locutora hacía su aparición en medio de ese aire de verano, a la manera de una gran hermana omnipresente e invisible, con frases tales como "asistente, a recepción" o "Fabián, a su área".
No llegué a verme platinada porque el film me lo sacaron directamente en las piletas y no tenía un espejo a mano. Hubiera sido un experiencia interesante (posiblemente desgarradora), porque mi pelo pasó por casi todos los colores, desde el negro azabache hasta el pelirrojo zanahoria, cereza y ciruela (y si seguimos en la línea de la verdulería podría mencionar más tonos). Pero platinada no me ví jamás.
Así que, ¿de qué color me quedó el pelo finalmente? Lo sabrán cuando me vean, nadie se asuste, que no hice la gran annie lennox.
Pero le doy unos puntos a SC, reconozco que pensé que iba a salir de allí totalmente disconforme y el resultado me gustó bastante.
Lástima que los efectos antidepresivos de un color no son de largo alcance y entonces, a la noche, recurrí a las bondades de un petit verdot. Es amargo, pero algunas copas me dejaron a punto para dormir. Gracias a la vida por el vino.
Reflexiones de (media)noche
(publicado en enero en mi blog de hotmail)

Es de noche. Me quedé pensando en el tango y me doy cuenta de que me conmueve porque la "casa natal" simboliza muchas cosas que perdí. Y, cuando estoy especialmente sensible, me convierto en una niña (en el fondo, es lo que soy) desprotegida que busca amparo en una casa que ya no existe.
En consecuencia, me siento des-amparada.
Y sin embargo, o tal vez justamente porque me angustia el des-amparo, sigo buscando esa "casa" en muchas otras. Pero ninguna es la que busco.
Y entonces me doy cuenta de que nada, nada queda en mi casa natal.
que las cosas que no están ya nunca volverán.
que aunque el umbral existe detrás sólo existe el vacío
que los recuerdos dulces se pierden entre las telarañas que se tejen en el yuyal de la jungla (despiadada) que es la realidad
y que yo obstinadamente pregunto dónde están cosas que están lejos, muy lejos, y ni siquiera pueden escuchar el eco de mi voz
pero sin embargo me llegan ecos de voces alguna vez presentes
y su eco no hace más que confirmar su ausencia
y me pierdo en esos ecos y me voy ya ni sé donde
y en ese camino les dejo a esos recuerdos flores
que no son otra cosa que las lágrimas que me provoca su presencia/ ausencia
si fuera cantante (sin duda mi gran vocación frustrada) este tango ocuparía un lugar privilegiado en mi repertorio
un tango
(publicado en enero de 2006 en mi blog de hotmail)

Esta es la letra de un tango que me gusta mucho y refleja mi estado de ánimo en este momento. Obviamente no viví en forma literal la historia que se cuenta en él, pero me siento identificada con el sentimiento que lo recorre.
Nada, en este atardecer me siento así

Nada

He llegado hasta tu casa...

¡Yo no sé cómo he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás...
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuánta nieve hay en mi alma!
¡Qué silencio hay en tu puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.
Nada, nada queda en tu casa natal...
Sólo telarañas que teje el yuyal.
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte tú...
¡Todo es una cruz!
Nada, nada más que tristeza y quietud.
Nadie que me diga si vives aún...
¿Dónde estás, para decirte
que hoy he vuelto arrepentido a buscar tu amor?
Ya me alejo de tu casa
y me voy ya ni sé donde...
Sin querer te digo adiós
y hasta el eco de tu voz
de la nada me responde.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.
De noches bizarras
(publicado en diciembre de 2005 en mi blog de hotmail)

Para el que creía que las palabras "Malba" y "pornografía" no iban a poder asociarse jamás, debo decir que esa combinación ocurrió ayer. En uno de los picos más extravagantes de su programación cultural, el Malba organizó una exhibición de cortos pornográficos mudos anteriores a la década del '60, musicalizados en vivo -con gran calidad- por la National Film Chamber Orchestra. Fui con mi querida amiga Mariana y debo decir que si hay un calificativo para el show es justamente el que le da título a esta nota: bizarro.

Considerando que era la noche pre-nochebuena, el poder de convocatoria del evento fue impresionante, el auditorio del Malba estaba a tope.
La nota de color fue la presencia de Charly García como invitado sorpresa de la orquesta. Naturalmente nadie tenía conocimiento de que al asistir a la exhibición iba a poder disfrutar un mini-recital de Charly, pero así fue.
Con Mari coincidimos en que no parecía para nada arruinado, mejor que yo estaba seguro. Y nos impresionó su altura.

Hoy a la medianoche me sentaré en mi compu a escribir mi crónica navideña, una noche bastante diferente a la descrita.
Crónica the nada
(es una guerra entre mí y la nada)
(publicado el 18 de diciembre de 2005 en mi blog de hotmail)

No me voy a hacer la crítica de espectáculos, simplemente quiero dejar asentado que el recital de kevin estuvo buenísimo, creo que la trastienda es un lugar ideal para música de ese estilo. El ambiente era super cálido y la energía que se respiraba era la mejor. Se notaba que tanto los músicos como la gente disfrutaban mucho el estar ahí y en esa alquimia las canciones alcanzaban su plenitud.
Me llamó la atención que el público fuera en gran parte de 30 para arriba y muchos de más de 40 (yo esperaba un público más plagado de argenteenagers). Muchos grupetes de amigos y muchas parejas, algunos turistas también, la mesa de al lado de la mía estaba ocupada por 4 shilenos, y al final un grupo de 6 chicas (de entre 30 y 50) suecas, noruegas o algo así esperaron especialmente a todos los músicos para aplaudirlos.
Supongo que the tras-tiend es muy ese target, no tan infante.
Yo fuí sola pero la pasé bien igual.
Ahora bien, como prefería viajar con tiempo y eventualmente tomar/comer algo, fui tan temprano (a eso de las 20), que cuando llegué a la trastienda los únicos que estaban eran kevin, the nada, y la gente del equipo del recital tomando algo en una mesita de la vereda. Ni siquiera había gente adentro, salvo los camareros y empleados.
Ya lo sé, oportunidad inmejorable de conseguir autógrafos y charlar un ratito, ya se sabe que kevin es muy amable, pero eso no fue suficiente para bajar mi nivel de timidez y no me dio para acercarme a una mesa con un grupete de diez hombres solos que por otra parte tal vez estén medio cansados de que se les acerquen groupies fanáticas.
Pero como me quedé afuera obviamente todos me vieron (tomen en cuenta además mi habitual estilo casual: pantalon blanco, remera/blusa violeta, cartera dorado mate y zapatos fucsia) y registraron la espera que me comí. Una vez en el recital estuve en una mesa de la 1º fila (cómo me gustó esa ubicación!), con el escenario ahí nomás, así que también seguía visible.
El concierto espléndido, si me cuelgo escribiendo podría hacer una columna de un metro, pero no es la idea.
Los músicos de the nada 10 puntos, realmente tienen tanto protagonismo como kevin, me gustó mucho el chico de la flauta traversa/ saxo/ glockenspiel, el rubiecito con cara de bueno Andrés Reboratti.
También me gustó mucho el chico que subió a cantar la tangómana, ahora se me quedó pegado ese tema y estoy con lo de "era la hija de, la hija de, la hija de..." (agregar tonada arrabalera).
Muy buenas, frescas y potentes, versiones de la procesión (1000 puntos - ay si pudieras ver la mía!!!), daisy (con el tanguero), el círculo (una letra redonda), everything is (falling into place - un deseo para el nuevo año), timing (de eso se trata la vida), no seas insegura (tan melódica y bella), oops (me emocioné cantándola, tuve que sacar los carilina), no voy a ser yo (sin drexler pero con estilo), desde que te perdí (siempre me arranca una sonrisa a pesar de que es una canción agridulce), all I wanna do is you (que in inglish es un juego de palabras, pero yo la tomo por el lado romántico),
entre otras (el show duró tres horas).
Más al final puertou maderou (un clásico que no perderá vigencia por mucho tiempo) y la cumbiera (un broche de oro).
Me quedé con las ganas de cantar aquello de "me quedé pensando/en aquellas risas, aquellos llantos...". Pero es el único reproche que le puedo hacer a la abarcadora playlist.
Los chistes de Liniers como pantalla de fondo bien, para mí perdieron algo de gracia porque algunos ya habían aparecido en la crítica de la nación, pero fueron un toque simpático.
Al terminar el recital me quedé dando vueltas chusmeando un poco y en el interín conseguí las firmas de kevin (un dulce, después de firmar te da besito y todo) y el zurdo roitzner (un groso, como diría mi amiga vale). No es que para mí un autógrafo de una celebrity represente nada, pero un disco de kevin firmado por él y un músico que tocó con piazzolla tiene su encanto.
Naturalmente a esa altura la mayoría de la gente que había asistido al show ya se había retirado.
El momento anecdótico de la noche es que estaba en la vereda esperando el taxi para volver a casa y en eso siento que me gritan: cómo, todavía no te pasaron a buscar, te dejaron sola???
Yo pensé que era algún tipo que se había tomado digamos muchos daiquiris en su mesa pero cuando me fijé quién me había gritado resultó que era Oveja (un chico de rastas rubias que es el percusionista de la banda), que se iba con otros chicos de the nada. No sé si:
a) Efectivamente se habían tomado algún daiquiri y me estaban gastando.
b) Me vieron pinta de flan desesperada y bañada en caramelo. (ver nota al pie 2)
c) Me vieron tanto tiempo esperando al principio y al final que pensaron que me habían dejado plantada y les dí penita (pensemos que además yo estuve todo el tiempo sola y en 1º fila).
Me inclino por la c, aunque también podría ser una mezcla de las tres.
Yo les respondí que sí (es decir, que me habían dejado sola) pero que de alguna manera volvería a casa y decliné amablemente el ofrecimiento.
La cuestión es que cuando se fueron y me quedé esperando, después de una noche llena de música sentí dentro mío una especie de nada.
así es la vida.

nota al pie: prometo que la próxima vez, en caso de que ocurra algo similar, aceptaré el ofrecimiento y escribiré una crónica más divertida.
nota al pie 2: así como existen el petit robert y el océano langenscheidt, también existe el diccionario johansen, donde "flan" quiere significar nada más ni nada menos que "fan".
Pour la gallerie: crónica de una Gallery Night
(publicado en diciembre de 2005 en mi blog de hotmail)

el viernes 26 me fui a la gallery night que comenzaba con la conferencia de marta minujín.
La charla estuvo de verdad muy buena, reconozco que yo tenía ciertos prejuicios hacia marta y pensé que iba a decir una sarta de incoherencias (divertidas de cualquier modo), pero resultó que dijo cosas muy piolas, habló sobre el proceso de génesis de varias de sus obras (el partenón de libros, la menesunda, el batacazo) y contó anécdotas interesantes.
Después emprendí el circuito de galerías, en parte muy atractivo, en parte muy aburrido porque a nivel concurrencia no había sorpresas y uno se encontraba con todas aquellas personas que podía esperar encontrar.
Mujeres por arriba de los 40 que parecían vestidas y peinadas como para ir a un casamiento (muuucho shantung, mucho stiletto, mucho brushing, mucho strapless, mucha rubia), acaudalados señores brasileños de la mano de chicas más jóvenes que yo que parecían recién salidas de dolce&gabanna, acaudalados señores brasileños de la mano de señoras de edad ídem que parecían recién salidas de un local de versace, parejas gay-arties (¿dónde estaban mauricio y eduardo que no estaban ahí?), vecinos advenedizos que sólo buscaban hacerse de una copa de stella artois (copa de vidrio genuino entre tanto plástico), turistas europeos jóvenes con el típico atuendo de turista, señores muy de traje y con veleidades de grandes conocedores.
Esa era la tónica general del público asistente, completamente previsible y completamente pour la gallerie, haciendo honor al nombre del evento. Parecía una gran reunión de consorcio de un edificio tradicional de recoleta, que de paso organizaba un convite para personas extranjeras amigas.
La única nota discordante creo que la daba yo con mi pollera verde que me daba un aire de artista bohemia. Todos los grupos humanos necesitan una oveja negra (en este caso verde).
Mención aparte para la desesperación de todas esas personas por chupar de arriba. Si la llevan a luciana salazar a la esquina de florida y corrientes en la hora del almuerzo de un día laboral estoy segura de que se le tirarían encima menos de lo que los asistentes a la GN a las copitas descartables de chandon. Se pusieron sus mejores galas pero se dejaron los modales en casa.
De todas las personas con las que me crucé esa noche la mejor fue marta minujín, sin dudas.
En otro orden, muchas de las obras eran interesantes y merecían ser vistas, aunque sólo recorrí una parte del circuito.
En el sofitel se exponían dibujos, esculturas y pinturas de caballos, algunas muy buenas, otras no tanto (para mi gusto).
En la galería arroyo había un cuadro con unos verdes buenísimos de garcía uriburu, que es verdaderamente un experto en verdes, como lo demostró en venecia de una manera adorable (los cuadros con distintos matices de verdes siempre me llaman la atención).
Después seguí recorriendo casi todas las galerías de arroyo entre suipacha y esmeralda (sin duda la calle de las galerías), me fui por suipacha y entré en el socorro (había una serie de pinturas rurales/gauchescas interesantes, dónde estaba alabarces que no estaba ahí? En realidad sé donde estaba, estaba presentando un libro suyo en palermo viejo, lo simpático es que cuando volví a mi casa en el 152 estaba sentada adelante mío mirta varela, se ve que no fue al evento de su ex).
Antes de volver a casa entré a una galería que inauguraron hace poco, buenos aires-rou. tenían un cuadro de un paisaje de playa que me hizo acordar mucho al cabo, posiblemente estaba inspirado en él o alguna playa cercana. Pero uno de las mejores cosas que vi ahí fue una serie de cuadros armados con caracoles de josé ignacio, la serie se llamaba precisamente caracoles de josé ignacio. Eran lindísimos.
Tenía mucho interés en asistir a la que será la última GN del año, la del 7 de diciembre en palermo viejo, pero es el día del acto de Herni. El año que viene será.