lunes, septiembre 08, 2008

Y/O

Domingo, hace frío, es un día sensible, tengo mil cosas para hacer pero siento la necesidad de escribir, cosa que hace bastante que no hago (salvo por motivos laborales, claro).
Hace ya bastantes días estuve mirando la entrevista que la LL (lunch lady, aka la legrand) le hizo a fernando peña. interesting.
Lo que me quedó dando vueltas en la cabeza fue un comentario de peña acerca de la gente "Y" y la gente "O".
Básicamente, la gente "O" es aquella que elige una cosa u otra. es blanco o es negro. si es gris, no es.
Mientras que la gente "Y" es la que quiere una cosa, y otra, y otra... o se siente de una manera y de otra -en apariencia incompatible- en diversos planos de su vida. Esas cosas no siempre parecen tener sentido para los demás, un clásico aplicable a muchas situaciones sería "No estoy seguro/a de que sea lo mejor para mí, Y sin embargo me quiero quedar ahí". Reformulada por un "O" -seres que poseen el don del sentido práctico- la cuestión sería "Si no me hace sentir bien, me hace sentir mal. Me voy O voy a terminar hecho/a pelota."
Aquí se podría iniciar un primer nivel de discusión, que es el de si la gente que en algunas cosas es "O" puede ser "Y" en otras, y viceversa. O si cualquiera de las elecciones en uno u otro sentido define una actitud ante la vida que posiblemente se repetirá en todas sus áreas.
Mi opinión es que esa cuestión es la que finalmente puede revelar un spirit de coherencia en la gente "Y", porque -justamente como creen en los grises- pueden darse el lujo de ser "O" en determinadas cuestiones: "En esto soy 'Y' y en esto soy 'O'". Y los "O" son, finalmente "Y" en algunas cuestiones. Igualmente considero que en todos predomina una de las dos tendencias, la "Y" o la "O", que se revela a través de numerosas acciones cotidianas, aun las más mínimas (y quizás especialmente en esas).
Entonces podría abrirse otro subnivel de discusión, que sería en qué puntos una persona mayoritariamente "Y" elige ser, justamente, "Y" y en qué temas prefiere optar por una cosa o por otra. Y si por esa elección está dispuesta a accionar (y no meramente a re-accionar) y, eventualmente, a modificar otras circunstancias de su vida.
Ejemplo menos conflictivo que uno sentimental (aunque, si me apuran, concedo que la elección de dónde vivir es para muchos una cuestión sentimental): vivo y trabajo en Buenos Aires pero quiero vivir en una ciudad que sea plenamente urbana Y tenga una linda playa Y tenga montañas.
En apariencia esas aspiraciones no son fáciles de compatibilizar, pero la geografía del mundo es muy generosa y ofrece lugares de esas características. Por eso, cuando dejamos de pensar de manera localista -por no decir porteña- y empezamos a abrir un poco los mapas (mentales y mundiales) descubrimos que ¡oh! esos lugares existen. Habrá que hacer muchas (o no tantas) cosas para llegar ahí, pero yes there's a way dude.
Si soy "Y" hasta las últimas consecuencias, y vivir en un lugar así implica, para comenzar, tener que renunciar a mi trabajo actual y buscar otro en la ciudad de mis sueños, sin parar hasta que lo consiga, es obvio que lo voy a intentar hasta las últimas consecuencias. Yendo más allá, si la proposición Y fuera "Quiero mudarme a otro país Y quiero seguir viendo a mis amigos todos los días" la cosa, por supuesto, se torna más complicadita. Porque esa es otra arista del cubo, que descubrimos cuando sus caras comienzan a girar: no se puede ser "Y" en todo, y la gente "Y" bien lo sabe. El top of the list de los Y Fundamentals dice que la cantidad de términos que pueden estar enlazados en una proposición es finita e inversamente proporcional a la cantidad de intereses de gente "O" -en última instancia, también de gente "Y"- que se verían afectados de algún modo en caso de que esos términos fueran llevados a un plano concreto.
Volviendo a la situación-ejemplo, supongamos que quiero tanto pero tanto conseguir el trabajo en la paradise city que, inevitablemente, lo consigo, porque para mí NO había otra posibilidad. Y entonces, se podría decir, también soy "O", porque mi actitud dice a las claras que mi vida será lo que quiero que sea, si no no será nada. Es por eso que creo que los "Y" pueden salir airosos de un debate acerca de la coherencia de sus elecciones, porque bien pueden decir que incorporar la "O" a las premisas que formulan para definir esas elecciones es una condición necesaria para que tales premisas sean un manifiesto, algo por lo que para ellos valga la pena actuar y que, además, ante la mirada ajena resulte sensato o -al menos lejanamente- comprensible.
Es como la (famosa para cualquiera que haya estudiado algo de comunicación o sociología) cláusula del etcétera. Es decir, aquello que no hace falta decir porque forma parte de un saber no siempre formalizable en un discurso textual pero sí (supuestamente) conocido por todos, aunque sea de forma intuitiva. Y esa cláusula es lo que valida y justifica al discurso que se encuentra inmediatamente antes que ella.
El "supuestamente" hace referencia a que cuando se intenta formalizar la cláusula no siempre se logra de manera satisfactoria, lo que puede ser un indicador de que el discurso sobre cuya cláusula se está tratando de teorizar no tiene un fundamento valedero.
Retomando el ejemplo de la frase "Y", quiero vivir en una ciudad y desde ahí quiero llegar al mar en 15' y al campo en 30' y a las montañas en no más de una hora. El agregado "O" sería: "o voy a ser un frustrado infeliz amargado, que posiblemente va a hacer infeliz a otros, durante toda mi vida". Variante: "o no voy a estar respetando mi verdadera esencia, que me llevó mucho tiempo descubrir, y ahora quiero disfrutar".
Como podemos deducir sin demora, esas cláusulas "O" pueden aplicarse después de cualquier proposición "Y", se refiera a profesiones, comidas o relaciones de pareja.
Otro nivel de análisis sería si lo expresado en la cláusula "O" es tan así o es un agregado ad hoc hecho por un rebelde sin causa para demostrarle a los otros que sí la tiene (aun cuando sea más emocional que racional), o si sería posible contrastarla con lo que efectivamente sucede tiempo después de formulada la proposición "Y" de no haberse cumplido ésta.
Pero acerca de los sentimientos de cada persona, les dejo los dimes y diretes a Dios y al psicoanálisis. Ya bastante me cuesta trabajar con los míos como para ocuparme de los ajenos.
Por lo tanto, tanto en la teoría como en la vida, elijo creer en lo que los demás dicen que sienten.
Primera conclusión a la que llego después de este limitado análisis: la "Y" necesita de la "O" no sólo para justificarse ante los demás (cosa que no siempre es del interés de la gente "Y"), sino para autojustificarse.
La cuestión se complica cuando las elecciones involucran a otras personas con las que nos relacionamos afectivamente. Por lo general, por una cuestión de afinidades energéticas, endogamia, o como se le quiera llamar, la gente "O" se relaciona entre sí. Puede que en un rapto de locura intempestiva una persona "O" tenga un escarceo con una "Y", pero los esquemas mentales del "O" son lo bastante rígidos (circularmente rígidos, pero rígidos al fin) como para llevarlo a darle un ending point al affaire Y más temprano que tarde.
Las situaciones más interesantes (por no decir telenovelescas) se dan cuando eso no ocurre y la relación Y-O continúa. Cuando una persona "Y" le dice a una persona que en cuestiones amorosas siempre fue vocacionalmente "O" porque así la educaron, o así le gusta, o así lo siente, o whatever, que quiere estar con otras personas, Y también quiere estar con él/ella.
Si la persona "O" acepta la proposición "Y", aún cuando no la aplique en su propia vida, está de quelque façon haciendo una concesión "Y", ya que él/ella sigue siendo "O" Y está metida en una relación "Y". En algún punto está hecha pelota Y está enamorada. Es tremendamente infeliz en algunos momentos Y cuando es feliz, es muy feliz. Es libre Y, de alguna manera, está comprometida.
Y entonces llega a un punto en el que se empieza a cuestionar que tal vez tenga un gen Y reprimido. O que tal vez sea cierto que los opuestos se atraen.
O que la lógica de la relación excede la del mero análisis de dos letras.
Lo que sé en este caso, porque he vivido esa situación y algo conozco del tema, es que cuando una (persona) Y coincide con una persona que -al menos en el área sentimental- es O, dibuja en ella líneas que -literalmente- la parten. Basta imaginar la imagen de una Y y una O superpuestas.
La O quedará fragmentada y le llevará un tiempo a las semillas que viven en los surcos de la fragmentación desarrollarse y crecer. Y ya no será la misma.
La Y puede sentirse contenida, limitada a veces, pero tal como indica su forma de árbol (un ícono propiamente dicho) sus raíces y sus ramas pueden exceder los límites de la "O".
Ambas crecerán, y cuando eso ocurra todos estos análisis dejarán de tener sentido.
En ese punto se podrá analizar qué ocurre cuando están juntas y forman un "YO" donde, acaso no casualmente, la "Y" precede a la "O".
Pero eso ya es demasiado psi para mi gusto.

domingo, septiembre 07, 2008

Motivos para no enamorarse

Un trabajo gris en un edificio gris que adormece el cerebro y todos los sentidos -en especial, en un par de personas, el del tacto- donde lo único que puede aportar colores es el vestuario (y alguna macetita perdida por ahí).
Traiciones de las personas que creíamos más cercanas.
La sensación de navegar en un barquito de optimist con un estado de ánimo que más bien es todo lo contrario, donde la sensibilidad parece ser un lastre que nos hunde cada vez más... y nuestra pobre alma sin chaleco salvavidas.
Las odiosas puestas en escena de las entrevistas de trabajo.
El arte y la cocina que atraviesan nuestras vidas de una manera u otra.
Y, en mi opinión, la mejor frase de todo el guión (que por mi parte encontré bastante verosímil, tal vez porque he vivido muchas situaciones parecidas), que es cuando celeste cid dice que
ya es tarde.

lo sé bien, porque yo he dicho exactamente la misma frase, en circunstancias muy parecidas, alguna vez.