miércoles, noviembre 29, 2006

breves del este

Necesitaba tanto, pero tanto, pero tanto, cambiar de aire, que este fin de semana (anticipidamente) dije basta, quemé las naves y me tomé la nave.
Es decir,
el jueves me tomé el buque (rápido) a Colonia, y desde ahí partí hacia Montevideo y luego hacia Maldonado. Un lindo viaje.
El viernes estuve un par de horas en una playa de las mansas. A la mañana no dabas diez centavos de uruguayo porque fuera un día de playa y finalmente resultó que sí. El mar estaba frío, tal lo esperable, pero transparente y brillante como el sol.
A la tarde fui a la tienda inglesa, sin dudas mi paseo preferido en la punta. Podría ir feliz todos los días a ese supermercado. Cómo me gustan los monitores flat que tienen las cajeras.
El sábado ya no era día de playa, estaba bastante nublado aunque durante el mediodía pude tomar un ratito de sol. A la tarde me fui a conocer Pueblo Edén (ah, los bellísimos verdes uruguayos) y a comer un panqueque con dulce de leche a Lapataia.
A lo largo de esos días comí pescado (cazón) y quesos, sin duda mis comidas favoritas.
Y el domingo estuve desafiando el viento frío, muy frío, caminando por solanas, respirando un poco de mar. Y a la nochue, bus a Montevideo, bus a Colonia y buque (lento) acá. Ese viaje es un paaaarto, la madrugada en ese lugar de Colonia es gélida, el cansancio mucho y la demora excesiva. Con tanto bus, espera, frío y molestias varias ese viaje se hace insoportable y se duerme poco y mal.
Y encima ese viaje es de vuelta y yo no quiero volver a mi vida de acá.
Una visita muy cortita, delicada, amable, pero que genera un contraste inevitable. Y cada vez más insoportable.

No hay comentarios.: