miércoles, febrero 27, 2008

Marítimas

Regresada de badgiven's bar y solanas (bien de punta a punta).
Por primera vez en mucho tiempo ¡¡¡pude ir todos los días a la playa!!! Qué emoción!!!
Y pensar que a las 10.10 del día de mi llegada, cuando el cot pasó por la parada de Portezuelo, llovía y pensé que ese día iba a ser un plomazo. Hotel en La Barra junto al mar + día de lluvia + estar sola = un bodrio. Más cuando una pagó por estar cerca de la playa y el 99% de sus planes tenía que ver con tirarse sobre la arena cual diosa dorada y surfear un poquito (bueno, no, corrijo: mirar surfear a los demás).
Porque la barra es, por supuesto, surf. Ya lo dije hace unos meses y lo reafirmo con creces. Casi enternece ver a padres con sus hijitos chiquiiiitos con sus tablas de surf, aventurándose en aguas que son, de verdad, bravas. Las mujeres se ve que quedaron en sus casas preparando ensaladas para el almuerzo, porque durante mi estadía sólo vi a tres surfistas.
La playa: llena de familias con hijos pequeños. De teenagers nada. Bueno, en Montoya sí, pero -salvo una breve escapada allí- yo iba a la de la posta.
El hotel: la relación precio-beneficio hacía más agua que el mar, por lo que pagué esperaba mucho más pero, en definitiva, el mar estaba al lado, bello y poderoso y, en definitiva, eso es lo que te cobran. Y lo disfruté tanto que cada centavo invertido en el alojamiento valió la pena.
Los precios: no words. Reconozco que sobreviví gracias a el dorado (el cinthya de la barra) y el paupérrimo desayuno de Le club. La primera noche fui a Novecento para demostrar (a quién?) que una mujer sola también puede ir a comer afuera. Sólo que a la mitad de la entrada ya no podía más... pero ya había pedido el primer plato, too late for regrets. Sin embargo logré terminar mi ensalada (¡por suerte era ensalada!) de salmón, espinaca, higos, cebolla colorada, nueces y no sé que más. Como broche, dejé (involuntariamente) la que apuesto fue la mejor propina dejada en Novecento en toda la temporada. Ya están comprando la alfombra roja para ponerla la próxima vez que vaya...
La ropa: Volveré para comprar en Magma!
Celebrities: sólo vi a Maru Botana en el dorado (un super bien democrático: creo que toda la barra va ahí) y a la top model (de cuando yo era chica) Bárbara Durand.
Noche del 14 de febrero: tomando sola un helado de crema americana y dulce de leche tentación en una mesa del balconcito al mar de Freddo. La mitad del helado quedó derretido en la mesa y la otra mitad es el día de hoy que no sé si la comí, porque la tuve que comer tan rápido que ni siquiera pude registrar la experiencia en la memoria. En rigor de verdad lo que más disfruté fue la botellita de salus que acompañó al ¿helado?, porque estaba muerta de sed, en el hotel no había frigobar y el bar estaba cerrado (y sí: febrero no es enero).
A pesar de que en general no quedé satisfecha con el hotel, debo reconocer que tuvieron el gesto de llevarme de la barra a la punta el día que me iba de un punto al otro.
Después pasé cuatro días con momentos repartidos entre la punta punta y punta ballena, lo que quiere decir que hice un poco de todo: fui a la rinconada, a los médanos solanescos pre-chihuahua y a una playa del centro, al shopping, a la tienda inglesa, al conrad, a gorlerear, a comer al yacht club, etcéteras. Todo muy lindo.
Por otra parte, aproveché para leer bastante y la lectura me vino profundamente bien y estoy segura de que dará sus frutos.

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