martes, enero 01, 2008

French fries

Un refrito de recuerdos y francés con pizca goumet.com

…de cosas que me fueron quedando colgadas en los últimos meses (y que quiero anotar porque hacen al balance del año). Es que mi vida está tan cargada de ocupaciones que escribir se ha vuelto un lujo, diría que eso es algo novedoso en mi vida, pero seguramente será sólo una etapa.

En noviembre probablemente debe haber habido algo remarcable, pero tal parece que el fin de año se divierte haciendo lagunitas en mi cerebro, anche túneles, puertas y canales que se pierden sin rumbo por largos caminos. De manera que perdida estoy yo también, por esos y otros caminos, y sólo recuerdo la noche del 30 de noviembre, donde conocí el salón blanco de la casa de gobierno gracias al recital de Kevin. Lindo, y en la transmisión de canal 7 hasta pude ver mi colita rubia y mi cabecita que se movía de un lado a otro (y suerte que no me quedé dormida… no por la música, claro, sino porque estaba agotada).

En diciembre me quedó colgado el recuento de un viaje de estudio a Maldonado, tenía que ser en esas tierras (los uruguayos son simpatizantes del francés) donde preparara mis exámenes de cette langue y realmente estudié mucho (¿qué otra cosa se puede hacer en medio del campo?).
En realidad el día de mi llegada, por desajustes horarios varios que no vienen al caso, tuve ciudad de sobra por toda la estadía. Una caminata por una avenida Francia (¿cuál otra hubiera podido ser inicio de un viaje de estudio?) todavía desierta (but summer is on the way), y un laaaargo paseo por el shopping y la tienda inglesa, que me sirvió una vez más para reafirmar mi opinión:
la tienda inglesa es muy linda y el punta shopping es muy feo.
Y tal parece que empeora con el tiempo.
Playa, sólo un poquito, pero no en M sino en Rocha, más precisamente en La Pedrera, siempre con ese aire bucólico de siesta continua. La casa amarilla de Norma Aleandro donde siempre, también la de Maitena, algunas nuevas casas y dos o tres barcitos con pretensiones fashionistas. En uno de ellos (hosted by un afrancesado que decía ser francés, para no romper la puesta en escena) tuve una pequeña merienda de pilsen y sandwich de manteca y jamón crudo, nada extraordinario, pero sí realzado por un contexto de sol acariciador y radiante. La novedad gastronómica de la incursión pedrerense fue una cena de pez angelito, rico, pero no sobresaliente.
Ahora que me acuerdo sí tuve unas horas de playa en bad-given, en la rinconada de solanas, pero el viento estaba que te podía llevar de solanas a la barra sin escalas y en un intento de almorzar un sandwich terminé comiendo cien gramos de arena por cada diez de fiambre.

Así que nada, todas las horas de estudio valieron la pena a la hora del examen.
Y ahora después del examen extraño mucho a mis compañeritas french speakers.
La vida es un eterno desencuentro y una despedida continua.

Lo de Gourmet.com viene al caso porque hace poco leí el libro de Narda y me pareció bastante piola, tiene comentarios interesantes de una persona a la que le gusta comer bien y es bastante sensata a la hora de hacer sus compras, aunque también aventurera y esa es la parte más interesante de la historieta. Incluso fui a la presentación del libro (otro de esos eventos perdidos de noviembre) y fue un rato amable. En un momento “Nardita” empezó a brindar recomendaciones de restós y eso me hace acordar de un par de lugares a los que fui y cuyo registro no figura aquí. Este año fue muy pobre en ese sentido para mí, no tuve muchas oportunidades de salir a comer afuera y lo lamento porque es una salida que encuentro encantadora. La mayoría de los lugares a los que fui ya están citados en otros posts, pero creo que faltan unos pocos. Uno de ellos es el faro del hotel hilton, fue gracioso porque fui un día antes del día del amigo y creo que había sólo dos mesas ocupadas (contando la mía) y al otro día leía en clarín que ya estaban las mesas reservadas al 100% para el mencionado 20 de julio. Contrastes.
Tomé un syrah bastante rico y comí un pescadito, que siempre viene bien. De los postres pasé.
Un tiempo después fui a un restaurante vasco, donde comí nuevamente pescado, que siempre se come bien en esos lugares, si la memoria no me falla era el clásico laurak bat, pero si no es así lo corregiré en breve.
Y después de ese después fui al café margot en san telmo, famoso por sus picadas. Sin embargo debo decir que la picada que comí (y con hambre) no me pareció excelente, todo lo que me sirvieron lo he comido más rico, sin dudas. No obstante agrego que la ambientación del lugar es muy buena y crea un ambiente muy propicio para una salida amical.

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