martes, octubre 03, 2006

Domingo zen en Santiago

(publicado en abril de 2006 en mi blog de hotmail)
El domingo llegamos a la casa de Natalia a eso de las 10 (de la mañana); sus amigos nos llevaron en la camioneta de uno de ellos desde su preciosa casa en Las Condes hasta la nuestra, más sencilla pero encantadora también. Dormimos unas horitas y a la tarde fuimos a una feria artesanal, a una galería muy turística y "shiqui", y de ahí al cerro San Cristóbal. Esa fue una experiencia atípica e incluso desconcertante para mis cánones de percepción urbana. Lectores porteños (de preferencia de nacimiento), imaginen la experiencia de tener en pleno centro de la ciudad un cerro de una altura considerable -lo suficiente como para tener un teleférico- y de una extensión tal que le permita contar con un zoológico y un jardín japonés (!), además de estar surcado por caminos varios y poblado por los más diversos animalitos de Dios. Después de subir muchas escaleras y caminar unos cuantos metros (esquivando autos y bicicletas) hicimos un pequeño piquiniqui (sin comida) sobre el pasto.
Al caer la tarde volvimos a Nueva de Bueras (la calle de la casa), descansamos un poco, y a la nochecita fuimos a un barcito cercano, Patagonia (el sur siempre presente), donde yo pedí -pero no tomé- una infusión de hierbas mapuches y Nat un exquisito jugo de frambuesas.
Me llamó la atención la tranquilidad de las noches de domingo de Santiago; Nat me explicaba que no es un día en que se acostumbre salir, y se notaba en el silencio de las calles de una zona que no califica como tranquila o despoblada. Nada que ver con una noche de domingo porteña...

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