martes, octubre 03, 2006

Un poco de historia reciente

de viernes a la noche
(publicado en mayo de 2006 en mi blog de hotmail)

Comienzo por la gallery night, esta vez con visita guiada.
El recorrido empezaba en la galería Javier Baliña, paquetérrima, cuando llegué me ofrecieron una copa de vino blanco (que probé y no me gustó, tendría que haber apostado al champagne) y me encontré con la guía, María José, una chica más o menos de mi edad que estudió Historia del Arte en la UBA. Muy simpática y para nada snob, MJ me contó que trabajaba en el Malba; me pareció un trabajo maravilloso y cuando se lo comenté me respondió que, efectivamente, sí.
De esa galería rescato las obras del colombiano Molina, que estaba presente y con el que pudimos departir en una charla breve pero amena.
El resto de la recorrida estuvo muy interesante. Fuimos a Mantova (muy buenas fotos de Carlos Tuchi) y de ahí a la galería Isabel Anchorena. Lo primero que vimos ahí fueron las obras de Clorindo Testa, que como arquitecto descollará pero cuyas pinturas parecían salidas de la carpeta de un chico de tercer grado. Después -en Ática, Libertad 1240- descubrimos algo que me encantó, la obra de Marina Soria, una diseñadora gráfica de la UBA que ahora se dedica a la caligrafía artística (cuando le conté a María José que había estudiado comunicación me dijo que seguramente la obra de Marina me iba a gustar). Ella estaba presente, muy encantadora y encantada de hablar de su obra. Sin duda lo mejor del paseo.
Recalamos en otras galerías cercanas (donde vimos la obra de los artistas de trastienda) y luego seguimos viaje hacia Arrosssho, muy bien como siempre y llena de gente. Terminamos el recorrido ahí y como yo tenía que hacer tiempo me fui a mi querido Sofitel. Nunca terminan de convencerme demasiado las muestras que exhiben allí pero esta vez el Sof fue un broche de oro con la serie de fotos de (de nuevo) Carlos Tuchi, del carnaval de Venecia. Excelentes. También había algunas muy buenas de Javier Pereda, de campos de té y mercados de la India. Había una que parecía sacada de una campaña de Rapsodia; bondades de la globalización, los saris que usan las chicas hindúes para vender frutas en el mercado después te los venden en las cañitas a mil pesos.
De ahí partí hacia el recital de Kevin. De él y de the nada no puedo decir nada, impecables como siempre; hasta a Mariana (que no es fan de la banda como yo) le encantó el sonido. Fue un regalo y como tal lo disfruté, pero no fue la Trastienda, que fue espléndido y en mi memoria quedó en un nivel inalcanzable. La calidez y el clima de la trastienda en ese recital creo que son irrepetibles, además del repertorio, que fue bastante más amplio que en este caso. Son experiencias incomparables.

p.d. en breve retomando Santiago (me faltan el viernes, el sábado y el detestable viaje de vuelta) y los vinos; que fueron mi principal distracción desde que rendí ese último final. Lo cual, efectivamente, no habla bien de mi estado de ánimo. Tengo una teoría del olvido (o la imposibilidad de) que escribiré en breve y está muy relacionada con eso.

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